28 de octubre día mundial de la alimentación, en el marco de la COP 16 - Participación de la Convención Nacional Campesina - CNC
Por: Mauricio García Alvarez – SWISSAID - RENAF
Foto:
participación de la CNC en panel: empoderamiento de los pueblos indígenas y
agricultores como guardianes de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura
Cada año, el 16 de octubre, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO, celebra el día de la alimentación, cuyo lema para 2024 es: “Derecho a los alimentos para una vida y un futuro mejor”.
En el marco de la reunión del Convenio de las Partes de la Biodiversidad -
COP 16, que se celebra en Cali entre el 20 de octubre y el 1 de noviembre de
2024, se ha realizado una serie de foros y paneles sobre el día mundial de la
alimentación. En uno de ellos, quizás el más importante, la ministra de
Agricultura Martha Carvajalino, acompañada de los ministros de interior, minas
y cultura, destacó la necesidad de la transformación del sistema alimentario
hacia un modelo más sostenible. Y destacó además la necesidad de la acción
integral del Estado para garantizar una reforma agraria que transforme las
condiciones de vida de millones de familias campesinas que hoy no poseen tierra.
Igualmente, participaron dos miembros de la Convención Nacional Campesina – CNC,
para aportar elementos desde la perspectiva del Movimiento Campesino. ¿Pero que
puede significar esa transformación? veamos algunas de las ideas que desde el
movimiento campesino y agroecológico se ha venido discutiendo a continuación:
Las rutas para la transformación del sistema alimentario implican varios
retos, el principal sería transformar el modelo de agricultura, para caminar
hacia la agroecología, de tal manera que tenemos que recuperar los suelos, la
biodiversidad y el agua, que ha sido destruida por el actual modelo de
revolución verde con monocultivos, semillas transgénicas y agrotóxicos. Esta
transformación implica, además, la producción de alimentos sanos, culturalmente
aceptados y accesibles económicamente. Vale la pena reflexionar sobre la
relación de las salud y el sistema de producción de alimentos, pues según
la Organización Mundial de la Salud (OMS), 186,000 personas mueren cada año por
intoxicación por plaguicidas. ¿Cómo debe hacerse esta transformación? ¿Qué debe suceder con las grandes
extensiones de monocultivos y potreros?
El segundo elemento de gran importancia para esa transformación debe ser
replantear el modelo de distribución y consumo de los alimentos, el cual se
basa actualmente en la exportación e importación. Las alternativas a fortalecer
son los circuitos cortos de comercialización, acortar las cadenas de intermediación
y transporte de alimentos, de tal manera que los productos se consuman
localmente en su gran mayoría. Acá se hace necesario promover los mercados
campesinos, agroecológicos, las canastas y las compras públicas locales. Esto
también implicará el trabajo con los consumidores para que sean más
responsables con el consumo y el necesario apoyo para su organización y
articulación con la Agricultura Campesina Familiar y Étnica Comunitaria -
ACFEC.
Un tercer elemento, debe ser la generación de valor agregado desde lo
local. Para ello se hace necesario desarrollar los conocimientos y la
infraestructura local apropiada en cada territorio. Lo que puede implicar
modelos de crédito asociativo que permitan a la Agricultura Campesina Familiar
y Étnica Comunitaria - ACFEC vincularse adecuadamente en el sistema. Este
modelo debe garantizar que pequeños volúmenes de alimentos que se producen no
se pierdan.
Un cuarto elemento tiene que ver con las normas y políticas públicas
adecuadas para favorecer este sistema alimentario sostenible. Es necesario para
ello tener en cuenta una política marco que permita el desarrollo de los
territorios agroalimentarios, por regiones. Esto teniendo en cuenta que la
realidad colombiana nos impone pensar de manera diferenciada cada territorio.
En Bogotá se ha trabajado para el desarrollo de una estrategia regional que
garantice el abastecimiento de alimentos, pero ello no ha afectado el cambio
del modelo de producción, que sería indispensable. De otro lado, Las mafias del
comercio de alimentos deben ser controladas si se quiere avanzar en
transformaciones concretas.
“Con una oferta nacional
disponible de alimentos de 28,5 millones de toneladas, en Colombia se
pierden y desperdician 9,76 millones de toneladas de alimentos al año[1],
lo que equivale al 34% de la oferta nacional. De la cantidad perdida de
alimentos, el 40,5 % (3,95 millones toneladas) lo hacen en la etapa de
producción agropecuaria, el 19,8% (1,93 millones de toneladas)
se pierde en el proceso de poscosecha y almacenamiento y el 3,5% (342
mil toneladas) en los procesos de procesamiento”. Esto nos plantea un debate sobre lo necesario
que es tener un modelo que produzca más, con grandes externalidades o un modelo
en que se pierda menos y los alimentos sean de mejor calidad y sanos.
Por último, el cambio del sistema alimentario se debe centrar en la
resignificación del papel de las mujeres en la alimentación. Valorar el trabajo
del cuidado significa replantear las cuentas para incluir las externalidades en
la producción de alimentos, bienes y servicios. La mujer no solo juega un papel
importante en la economía de cuidado, sino, además, en el mismo proceso
productivo, cuando define el tipo de semillas a sembrar.
Un Sistema Alimentario Sostenible, de base agroecológica y territorializado
debe ser una apuesta a construir desde ya, si queremos tomar decisiones que
realmente impacten la conservación y recuperación de la biodiversidad, la salud
de la gente y el cambio climático. El problema del hambre en el mundo no se
resuelve con las falsas promesas que han venido sosteniendo por años las
empresas transnacionales que volvieron mercancía el alimento, las semillas y el
agua. El mundo requiere un cambio y este empieza por el Sistema Alimentario.
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