Semillas de paz


A 40 minutos de Rionegro se encuentra entre las más fértiles montañas de Santander la bella localidad de Santa Cruz de la Colina। Su hermoso y elaborado nombre es digno de su paisaje de cerros, pero desgraciadamente también tuvo que cargar con los “maderos cruzados” de la violencia, al igual que el municipio al que incomunicadamente pertenece: Matanza। Desconocida para muchos y famosa para otros por ser uno de los antiguos bastiones del Ejército Popular de Liberación, ya la gente se dedica a cultivar tranquila y varios buses suben y bajan sin miedo alguno

Laura Velasco, una joven santacruceña organizadora del ‘Homenaje a las semillas’, nos recuerda que: “Santa Cruz es espectacular, es una tierra muy hermosa, afectada antiguamente por la violencia, y lo que queremos es que se muestre la otra cara, la riqueza de sus tierras y su producción de alimentos”. En 1999 todo el pueblo se reunió en el coliseo con el objetivo de realizar el Primer Foro por la Paz, hoy —lejos de cualquier amenaza de violencia—, se dan cita para homenajear a sus semillas, a su biodiversidad y a la vida misma.

El homenaje

Hace un año cuando Laura Velasco estuvo en la Escuela Agroecológica, observó que debía seguir trabajando con sus compañeros por la tierra. Encontraron en Fun-daexpresión y otras organizaciones ambientales el apoyo que necesitaban y hoy son uno de los varios pueblos que lucha por mantener las diferentes variedades de sus semillas nativas y criollas, como parte fundamental de la preservación de su identidad y de protección a la soberanía alimentaria. Las semillas que la guerra no dejó germinar y que dejó en el olvido, lentamente con la calma y esta campaña, fueron renaciendo en las mentes de los ancianos y las tierras de los campesinos: “por cuestiones de orden público muchas semillas se habían perdido y ahora con esta campaña descubrimos ancianos y campesinos adultos que todavía tienen semillas nativas y las cultivan”, comenta Laura.

A partir de conferencias, charlas, intercambio de semillas, y un festival cultural que incluyó bailes, coplas, reinado, la confección de una colcha con diferentes lienzos realizados por los niños, se dio el compromiso por rescatar las legendarias semillas y el rechazo profundo contra los transgénicos. Fríjoles de todos los colores; maíces blandos, duros y negros; habas; arvejas verdes y blancas; millo; sorgo; solla; árbol de pan; diferentes semillas de cítricos; semillas de papayos; de lulos y moras; y por supuesto caturra en una zona por excelencia cafetera.

Mauricio García, Coordinación de la campaña Semillas de Identidad, piensa que el evento cumplió su cometido de promover el rescate de las semillas criollas y nativas y los territorios libres de transgénicos: “este tipo de actividades, como ferias, encuentros, trueques, motivan mucho a la gente y empieza uno a ver el interés de los productores de venir a mostrar sus semillas y lo que tradicionalmente han sembrado durante muchos años, es algo muy motivador, en un futuro la gente va a traer mucho mas semillas y reproducirá muchísimas más. Las otras organizaciones La Asociación de Mujeres Campesinas de Lebrija lleva un proceso de 12 rescatando semillas orgánicas y criollas: “el mensaje que queremos dejar es que si no hacemos esto nosotros desde el interior de las comunidades, otras personas de fuera van a venir a acabar nuestros bosques y nuestras aguas, no estamos solos, hay muchas personas en el mundo entero que comparte nuestro trabajo”. Aldeas Infantiles S.O.S., aunque inició su trabajo enfocado en el abandono infantil, fue avanzando en la educación de los niños en valores y ahora también a ellos y a sus mamás en ecología urbana: “en dos lotes hemos sacado provecho, más que en sus cultivos en pedagogía, además creamos la organización MUSEFU para que la Mujeres sembremos semillas para crear futuro”.

Para Juan Carlos Jerez, de Agrovida de Málaga, durante estos 7 años de trabajo con orgánicos lo más interesante es poder vender sus productos todas las semanas en la plaza de Málaga, a su vez “estamos reuniéndonos mensualmente con los consumidores para que ellos mismos se den cuenta de nuestro trabajo, estamos certificando que tenemos productos limpios, conservando el medio ambiente e intercambiando semillas con otras organizaciones para conservarlas”। Por su parte REMACOL, no solo debe trabajar con semillas sino también contra la explotación de carbón. Omar Vargas, de la vereda el Volcán, en El Cerrito, es uno de estos Renovadores del Medio Ambiente Colombiano y afirma que: “estamos protegiendo el páramo por la amenaza de explotación del carbón, lo que afectaría nuestro pueblo, por otro lado con varias familias somos recuperadores de semillas, yo he sido criado en eso y mi papá lleva 12 años en eso”. Finalmente, Colegio Agroecológico San Isidro de Girón, también se hizo presente, con dos de sus profesores y un estudiante: “si no se educa a los estudiantes en medio ambiente y en la protección de nuestra soberanía y cultura alimentaria, es muy difícil convencer luego al adulto para que conserve el medio ambiente”.


CAMILO VILLAMIZAR HERNÁNDEZ

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