Manifiesto por las Semillas Libres en Colombia - Firmas
Manifiesto
por las semillas libres en Colombia
Las organizaciones indígenas, afrocolombianas, campesinas, sociales,
ambientales y ciudadanos en general, nos
unimos a la campaña mundial por las Semillas Libres y manifestamos nuestra indignación por las políticas
y normas de semillas expedidas por el gobierno colombiano, las cuales se han
impuesto en el marco de los Tratados de Libre Comercio y que están llevando al
agro colombiano a una profunda crisis.
La política de los gobiernos ha estado orientada hacia el fomento de
grandes proyectos minero-energéticos, de infraestructura y agroindustriales,
que han profundizado la inequidad, la expulsión de poblaciones locales y el aniquilamiento
de las economías rurales y de la soberanía y la autonomía alimentaria. En el
campo colombiano cada vez hay más millones de campesinos, indígenas y afros
sumidos en la pobreza y unos pocos terratenientes que acaparan la tierra, lo
que nos ha convertido en uno de los países más inequitativos del mundo.
Las
semillas son parte esencial de la vida; ellas son el resultado del
trabajo colectivo de miles de
generaciones de agricultores y agricultoras, desde épocas ancestrales, quienes crearon ese inmenso arco iros
de colores, formas y sabores que hoy llegaron a nuestras manos, para que se las
entreguemos a las generaciones futuras. Para las comunidades campesinas, indígenas y afrocolombianas las
semillas han sido el fundamento de su cultura, de sus sistemas productivos. Es
por ello que los agricultores tienen el
derecho al libre acceso, a la producción, a guardar,
intercambiar y vender las semillas. Las semillas nativas y criollas, se constituyen en el seguro que tiene la
humanidad para enfrentar la profunda crisis de la agricultura frente al cambio
climático.
Las semillas son la
base de la libertad de los alimentos, ya que son el primer eslabón en la cadena
alimentaria. Sin semillas libres de propiedad intelectual y sin el
control local de sus territorios, no es viable la soberanía y autonomía
alimentaria de toda la población y
tampoco es posible que las comunidades vivan dignamente en el campo y en paz. La libertad de las semillas se ve amenazada por la
biopiratería y las patentes que crean monopolios y vuelve ilegal que los
agricultores guarden e intercambien sus semillas; y también por las semillas
transgénicas que contaminan nuestros cultivos, cerrando así la opción de
alimentos libres de transgénicos.
En Colombia las leyes que vulneran
la Libertad de las Semillas son:
-
El artículo 4 de la Ley 1032 de 2006 que criminaliza a los agricultores por sembrar
semillas de las empresas sin autorización y también las semillas
“similarmente confundibles”
a una semilla protegida legalmente.
-
La Resolución 970 de 2010 del ICA, es un instrumento para perseguir, volver ilegal y criminalizar el uso de
semillas nativas y criollas por los agricultores y exige que solo se pueden utilizar semillas certificadas y
registradas.
-
Ley 1518 de 2012 que aprueba
el Convenio para la Protección de las Obtenciones Vegetales UPOV 91, le permite a las empresas apropiarse de las
semillas, puesto que define
como “obtentor” a “La persona que haya
creado o descubierto y
puesto a punto una variedad”; permite
una protección similar a una patente y desconoce los “derechos de los
agricultores” al impedirles la resiembra, uso, intercambio y comercialización.
-
El Decreto 4525 de 2005 de
bioseguridad, permite sin los debidos controles, la liberación comercial de cultivos
y alimentos transgénicos y la contaminación de las semillas nativas y criollas.
Las organizaciones locales y sociales de Colombia consideramos que estas
leyes y normas de semillas son ilegítimas e inconstitucionales, porque violan los
derechos humanos fundamentales de las comunidades rurales, los convenios
internacionales suscritos por Colombia, como el convenio 169 de la OIT y las leyes
que protegen los derechos de las comunidades étnicas y la soberanía alimentaria
nacional. Igualmente
violan los derechos que tenemos los colombianos sobre el patrimonio genético de
la nación y los consumidores urbanos perdemos los derechos a una alimentación
sana y biodiversa que nos proporcionan las semillas que están en manos de los
agricultores.
Por todos los argumentos expuestos, las organizaciones locales y
sociales de Colombia, manifestamos:
Nuestro
Rechazo al control corporativo sobre la vida, a todas las formas de propiedad
intelectual sobre las semillas, a los organismos vivos y su conocimiento
asociado, la biopiratería, las semillas transgénicas, las leyes ilegitimas que
criminalizan el libre flujo y multiplicación de las semillas. Estas normas
violan los derechos sobre el patrimonio genético y cultural de los colombianos
y especialmente los
derechos colectivos las comunidades indígenas y campesinas sobre su
biodiversidad y también el derecho de los ciudadanos a una alimentación libre y
soberana.
Consideramos ilegales todas las normas que operan en
Colombia que pretenden regular el uso de semillas, en el marco de la UPOV 91,
del decreto 345 de la CAN, el artículo 4 de la ley 1032 de 2006, y la
resolución 970 de 2010. De otra parte, todas estas normas han sido proferidas
sin realizar la consulta previa informada con poblaciones étnicas. No vamos a reconocer
ninguna ley que otorga de manera ilegítima la propiedad privada de las
semillas y el control monopólico a las empresas de las semillas, puesto que
estas son patrimonios colectivos de los
pueblos.
Rechazamos los decomisos de semillas y judicializaciones
a agricultores que el
Instituto Colombiano Agropecuario –ICA está realizando en diferentes regiones del país. Entre 2010 y
2011 se decomisó 1.167.225 kilogramos de semillas. Les notificamos que por
cada semilla que nos decomisen, haremos que estas germinen y florezcan de
nuevo, se multipliquen, se esparzan y caminen
libremente con los agricultores por los campos de Colombia.
Saludamos el proceso de negociación que actualmente adelanta el gobierno
colombiano con las Farc y el Eln y esperamos que finalmente se pueda acabar con
esta cruel guerra que tanto daño le ha costado al país. Creemos que la paz solo
se logrará si existe la voluntad política de todas las partes para realizar
cambios que resuelvan problemas estructurales, en donde se involucre en los
acuerdos de paz especialmente a la población afectada por la guerra.
No es fortuito que uno de los temas iniciales y centrales en la agenda
de negociación actual, sea el tema agrario y de tierras. Consideramos que entre
los temas centrales en la negociación se debería incluir una verdadera reforma
agraria, que permita a las poblaciones campesinas, indígenas y afro vivan
dignamente y en paz en sus territorios; y una política de fortalecimiento de la
soberanía y autonomía alimentaria para el campo y la ciudad. En este contexto,
se deben reconocer los derechos colectivos y el control local de los
territorios, que incluya los recursos naturales allí existentes, la tierra, el
agua, los bosque y las semillas como fundamento de los sistemas productivos de
la agricultura familiar y comunitaria. Es por ello que consideramos que el tema
de las semillas debería ser incluido en el actual proceso de negociación de
paz.
Exigimos políticas públicas a favor de
sistemas vivos de semillas campesinas, que estén en nuestras comunidades y bajo
nuestro control, que promuevan las semillas reproducibles y locales, que
favorezcan la agroecología, el acceso a la tierra y el cuidado de los suelos, y
también deben promover la investigación participativa controlada por los
campesinos. Estas políticas deben prohibir la privatización y acabar con los monopolios
de las semillas por la industria y no deben promover las semillas no
reproducibles como los híbridos y tampoco los transgénicos.
Hacemos un llamado a las comunidades indígenas,
afro y campesinas de Colombia a conservar, proteger, desarrollar y compartir
nuestras semillas; esta es la mejor forma de resistir contra el despojo y la
mejor forma de preservar la biodiversidad. Continuaremos trabajando dentro de
nuestros propios sistemas campesinos de semillas, los cuales han asegurado la
biodiversidad y alimentado a la humanidad y lo continuarán haciendo ante la
crisis climática actual.
Igualmente llamamos a la ciudadanía en general que
habita las ciudades, para que realice acciones por la defensa del derecho a la
alimentación y reivindique la soberanía alimentaria nacional. Actualmente, las
comunidades rurales en Colombia producen más del 60% de los alimentos que se
consumen en las grandes ciudades; en ese sentido, la privatización y
penalización del uso de las semillas, pone en riesgo el derecho a la
alimentación de los colombianos.
Las
semillas en manos de los agricultores son un eslabón fundamental para que las
poblaciones rurales y urbanas garanticemos nuestra soberanía y autonomía
alimentaria. Es por ello que los agricultores estamos guardando las semillas,
no solo para nosotros sino también para nuestros hijos; puesto que las semillas como lo reafirma la Vía
Campesina son patrimonio de las comunidades campesinas y afrocolombianas y de
los pueblos indígenas al servicio de la humanidad.
Bogotá, Octubre de
2012
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