DECLARACION COLECTIVA SOBRE EL USO DE SEMILLAS CRIOLLAS

Nosotros agricultores, agricultoras, técnicos, coordinadores e integrantes de comunidades indígenas, afrodescendientes , comunidades campesinas , Pastorales Sociales ,ONGs y , ejes del desarrollo rural el país[1], reunidos del 4 al 10 de julio de 2010 en Restrepo, Meta, Colombia,

CONSIDERAMOS que:

Las semillas constituyen ancestralmente la base de los sistemas productivos, el control territorial, la soberanía alimentaria, la autonomía y la historia viva de los pueblos.
Las semillas representan para las culturas ancestrales que las desarrollaron un don sagrado, fuente de alimento, economía, cultura, cosmovisión y espiritualidad.
Las semillas son un patrimonio colectivo de los pueblos, resultado del trabajo conjunto y acumulado de cientos de generaciones de agricultores que las han domesticado, conservado, mejorado, criado, utilizado e intercambiado desde épocas ancestrales, para que ellas sigan siendo el legado alimentario de las presentes y futuras generaciones.
Ignorar la procedencia, evolución, sabiduría, conocimiento e incidencia que han tenido las distintas culturas ancestrales en la selección, uso y mejora genética de las semillas, para llegar a apropiarse de ellas, bajo argumentos técnicos y legales, es un aberrante atropello de lesa humanidad por impedir el derecho que tienen los pueblos a decidir libremente, qué producen y como alimentarse.
La criminalización por la siembra, el uso y la multiplicación de las semillas criollas origina en las comunidades indígenas, afrodesendientes y campesinas la pérdida de sus territorios, desplazamiento, hambre, desnutrición, pobreza y masiva migración a las ciudades.
Despojar a las familias campesinas de las semillas criollas es atentar contra el derecho fundamental a la vida e incumplir como Estado colombiano, el deber constitucional de velar por la seguridad alimentaria de sus pueblos.

EXIGIMOS que:

Se derogue la resolución 970/2010, del ICA por:
·
Socavar el alimento, la cultura y la autonomía de los pueblos, por convertir al agricultor en delincuente, por el solo hecho de usar sus propias semillas criollas.
·
Desconocer el “derecho del agricultor”, reconocido por la FAO, mediante Resolución 5/89/FAO, e incluidos en el Tratado Internacional de recursos fitogenéticos, del año 2001, que dice claramente que son los “Derechos provenientes del pasado, contribuciones presentes y futuras de los agricultores en la conservación, mejorar y posibilitar el acceso a los recursos genéticos, particularmente aquellos en los centros de origen/diversidad, de manera que:….permita a los agricultores, sus comunidades y países en todas las regiones, participar por completo de los beneficios derivados, en el presente y en el futuro”
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Convertirse en un instrumento represivo y de control policivo sobre los predios y las semillas criollas que poseen los agricultores, evidentemente violando los derechos especiales de la Constitución Colombiana, los tratados internacionales y las leyes nacionales concedidas a los pueblos indígenas y comunidades negras, sobre sus territorios, sus recursos y sus bienes culturales.
·
Ser un instrumento para quitarle las semillas nativas y criollas que aún controlan millones de agricultores y agricultoras y la soberanía alimentaria de los pueblos, y entregarlas a tan solo un grupo de transnacionales semilleras, mediante la imposición de norma perversas, que van en contravía del libre uso, mejoramiento, e intercambio y comercialización de semillas que realizan los agricultores desde épocas ancestrales.
Las semillas, no pueden convertirse exclusivamente en una mercancía transable o en un instrumento concéntrico de poder político, social y económico para unos pocos monopolios transnacionales.
En consecuencia, las semillas deben ser declaradas patrimonio de la colectividad campesina y ser conservadas en su diversidad e integridad genética, tanto por ser un derecho reivindicativo de los pueblos, como por ser un principio ético de justicia ecológica y de justicia social.

Para enfrentar esta norma regresiva, los agricultores vamos a fortalecer la recuperación y uso de las semillas criollas en nuestros territorios y sistemas productivos tradicionales, porque el día que las dejemos perder, quedaremos en manos de las transnacionales, quienes nos dirán qué podemos sembrar y comer. Por eso hoy en día es más importante que nunca antes, mantener las semillas propias y todos los sistemas productivos que permiten, que esas semillas se mantengan vivas, en abundancia y siempre caminando.

[1] Pastoral Social Cúcuta, Norte de Santander; Pastoral Social Tibú, Santanderes; Pastoral Social Ocaña, Norte de Santander; Pastoral Social Barrancabermeja, Santander; SNPS, Norte de Santander; Diaconía de Paz, Sincelejo; PODION, Bogotá; ASOCORDIN, Montería; FUNDAEXPRESIÓN, Santander; Maklenke, Santander; Cosmogenesis, Meta; SEPAS, Santa Marta; Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán, Meta; Fundación La Cosmopolitana, Meta; Fundación Sembradores de Esperanza, Meta; Fundación Caminos de Identidad-FUCAI, Amazonas; Ecotop, Bolivia; Vicariato de Yurimaguas, Perú; Vicariato de Solimoes, Brasil, Campaña Semillas de Identidad, Colombia.


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