Inminente desalojo de indígenas en Cumaribo (Vichada) Colombia
Inminente desalojo de indígenas en Cumaribo (Vichada)
Efraín Jaramillo Jaramillo
Colectivo de Trabajo Jenzera
Ariel Palacios
(CODHES)
Presentación de arcos de la guardia indígena. Foto
Ariel Palacios
Los hechos
215 familias indígenas pertenecientes a los pueblos
sikuani, piapoco, piaroa, saliva, etc., llegadas de varias regiones del
departamento del Vichada, han hecho posesión pacífica de un terreno aledaño al
casco urbano del municipio de Cumaribo,[1] territorio
ancestral del pueblo sikuani.
50 policías (ESMAD), aerotransportados desde la ciudad
de Villavicencio, esperan la ‘hora cero’ para iniciar el desalojo ordenado por
el alcalde de Cumaribo, señor Arnulfo Romero. Los guardias indígenas de los por
el alcalde llamados “invasores”, armados de arcos y flechas han acordonado la
toma indígena para proteger a las familias, afirmando que no abandonaran el
lugar, manifestando estar dispuestos a vender caro su previsible derrota. Las
autoridades indígenas del Consejo Regional Indígena del Vichada (CRIVI) con el
acompañamiento de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento
(CODHES) y el Colectivo de Trabajo Jenzera hacen ingentes esfuerzos para evitar
un desenlace violento.
Hasta el momento ni el alcalde ni el prefecto de la
comunidad religiosa diocesana, padre Jairo Efrén Pardo, que representa los
intereses de los propietarios del predio, han acudido a los llamados de los
indígenas a dialogar, sirviéndose de la policía de Cumaribo para mediar en el
diálogo con los indígenas.
La historia
Las versiones indígenas hablan de que a mediados del
siglo pasado, llegó a la región el señor Jorge Mattar, proveniente de Turquía.
Se casó con la indígena sikuani María Chipiaje y se estableció en la zona. No
está claro la forma en que el señor Mattar se apoderó de extensos terrenos del
territorio ancestral sikuani. Pero lo que sí han establecido los indígenas,
incluyendo sus descendientes, es que esta apropiación no fue legal. Y menos
legal fue la venta que el señor Mattar hizo a la comunidad religiosa
monfortiana (de origen belga) que para esa época
se estableció en el territorio del pueblo sikuani.
Estos “siervos de Dios” iniciaron en lo que hoy se
llama Santa Teresita del Tuparro su obra misionera, evangelizando a los
indígenas, pero de paso llenado sus arcas con mano de obra indígena. Con el
tiempo se convirtieron en “amos de indios” [2]
Posteriormente los monfortianos entregaron (los
indígenas emplean el verbo “vender”) su legado misional a la comunidad
religiosa diocesana y con él los terrenos que habían adquirido del señor
Mattar.
Hoy para los indígenas no existe ninguna duda de que
esta apropiación de territorios indígenas, como la mayoría de usurpaciones de
tierras indígenas en la región de los Llanos, ha sido ilegítima. La pretensión
de legalidad que ostentan los padres diocesanos se sustenta en un papel firmado
por el alcalde de entonces, en donde atestigua que el señor Mattar le cedía sus
derechos territoriales a la comunidad religiosa monfortiana por la suma de $
7.000 (siete mil pesos).
La única base legal que poseen los religiosos y que le
sirve al alcalde para impugnar los derechos indígenas al predio que ocupan, es
ese frágil papel del señor Mattar. A esta inconsistente “prueba” legal, el
alcalde le suma el deleznable argumento de que entre los “invasores” se
encontrarían algunas familias no-indígenas, que estarían “aprovechándose de la vulnerabilidad
y necesidad de los pueblos indígenas”, en palabras del comandante de la policía
de Cumaribo: “al lado del enfermo está
comiendo el alentado”.
En estos momentos en que se realizan de forma ilegal
grandes transacciones de tierra en la Altillanura orinoquence (todos municipios
del Vichada), para desarrollar megaproyectos agroindustriales (palma aceitera,
caña de azúcar, arroz, soja, sorgo…) y minero-energético, cobra vigencia la
necesidad de prestar mayor atención a los derechos de los pueblos indígenas
sobre sus territorios ancestrales, para evitar que las ‘locomotoras’ del
desarrollo económico propuestas por el Estado, atropellen a los pueblos
indígenas. En este momento CODHES con el apoyo de OXFAM y el concurso del
Colectivo de Trabajo Jenzera, vienen realizando una investigación histórica y
socio-económica sobre los derechos de los pueblos indígenas de la Altillanura.
Lo insólito de esta acción policial es que se
desplieguen cuantiosos recursos para desalojar a indígenas, mientras no se le
presta ninguna atención a las denuncias de los indígenas sobre la invasión de
los ríos de la selva Mataven por buscadores de oro colombianos, venezolanos y
brasileros (garimpeiros) o que su territorio ancestral de Tojibo y Cupepe esté
siendo invadido por ganaderos, o que los cultivos de coca (de nuevo en alza),
vengan destruyendo los bosques de galería del territorio indígena ancestral de
Aliba.
Cumaribo, Vichada
Junio 19 de 2014
[1] Cumaribo es el segundo municipio en importancia del departamento del Vichada,
después de su capital Puerto Carreño y es el municipio más extenso den
Colombia. Está poblado en un 85% por indígenas pertenecientes a los pueblos
jiwi (sikuani), piapoco, piaroa, saliva, amorua, wamone (cuiba), mapayeri,
curripaco, puinave, desano y cubeo( estos dos últimos provenientes de Vaupés.
[2] “Siervos de Dios, amos de indios” es el título de un conocido texto del
periodista y antropólogo Víctor Daniel Bonilla, basado en las investigaciones
del historiador austriaco Juan Friede sobre las misiones capuchinas en el
Putumayo.
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