Breve reseña de la violencia por la tierra. Entre narcos, palmeros y campesinos
Caso: Las Pavas, Sur de Bolivar.
Por: Tatan David Puentes (nombre tomado de Whatsapp)
“El 26 de octubre de 2003, los grupos paramilitares que
tenían asiento en Papayal (Bolívar) nos llamaron a todos los campesinos de
ASOCAB (Asociación de Campesinos de Buenos Aires) que habitábamos en la
hacienda Las Pavas y nos dijeron: el que vaya a joder a Las Pavas, va a pasar
como los que ven bajar por el río”, comenta Misael Payares, líder social de esa
región.
Ante esa situación de vida o muerte, Misael y más de 120
familias que habitaban esas tierras en el sur de Bolívar se vieron sometidos al
exilio. El desplazamiento forzado masivo al que se enfrentaron fue registrado
en medios de comunicación del país, al igual que muchos otros casos en esa
época.
Las Pavas es una hacienda de más de tres mil hectáreas
ubicada en jurisdicción del corregimiento de Buenos Aires, municipio de El
Peñón. Fue una hacienda ocupada por Jesús Emilio Escobar Fernández, mejor
conocido como ‘El Ñoño’, hermano y testaferro del narcotraficante del cartel de
Medellín, Gustavo Escobar Fernández, quien abandonó el predio a finales de los
90.
En 2005, los campesinos de ASOCAB regresaron a la región y
pidieron al antiguo Incoder que declarara la hacienda en extinción de dominio
por la no explotación económica del predio, buscando que se les adjudicara para
vivir y labrar esa tierra para cultivar alimentos.
Entre 2006 y 2007, a pesar de que el Incoder había iniciado
un proceso de extinción de dominio sobre 1.300 hectáreas de los predios Las
Pavas, Peñalosa y Si Dios Quiere, los campesinos fueron nuevamente desplazados
por grupos armados. Al poco tiempo la hacienda fue vendida a la empresa Aportes
San Isidro y sembrada con un extenso cultivo de palma de aceite y los pocos
campesinos que quedaban fueron desalojados por la policía.
Para 2010, el Incoder ya tenía alertas sobre irregularidades
en la tradición del inmueble y ASOCAB solicitó al Incoder la clarificación de
propiedad sobre las restantes 1.700 hectáreas de la hacienda, debido a que no
se encontró el título que demostrara la transferencia realizada por la Nación a
favor de un tercero y se podría tratar de tierras baldías.
Este caso de resistencia campesina resultó tan emblemático
que ASOCAB recibió el Premio Nacional de Paz en 2013, y aunque la Unidad de
Víctimas asumió la protección de las familias, los siguientes años se vieron
enmarcados en enfrentamientos entre los trabajadores de la empresa, los
campesinos, desmovilizados de grupos armados, y hasta avivatos.
Ese mismo año el Incoder decretó extinción de dominio de los
tres predios: Peñaloza, Las Pavas y Si Dios Quiere, que suman 1.300 hectáreas.
Sobre las 1.700 ha restantes estableció que realmente eran dominio del Estado
por tratarse de baldíos de la nación y podían adjudicarse a campesinos sin
tierra.
En medio de los procesos de extinción y clarificación que
desarrolló el Incoder también tuvieron cabida decisiones de la Corte
Constitucional y el Consejo de Estado, encaminadas a la protección de las
familias campesinas, la empresa propietaria para ese entonces, y la posibilidad
de recuperar bienes baldíos de la nación, todo lo cual se tardó más de dos
décadas.
En 2017, habiéndose dado la transición del Incoder a la
actual Agencia Nacional de Tierras ─ANT─, tanto el Consejo de Estado como la
Corte Constitucional solicitaron a la nueva entidad avanzar en los procesos de
extinción de dominio y clarificación de la propiedad. En 2018, cuando parecía
hacerse justicia por los desplazamientos de la comunidad, la Fiscalía absolvió
a los posibles responsables y nuevamente el caso quedó en el limbo jurídico.
A finales de 2021, durante el gobierno Duque, la
indiferencia de la Agencia Nacional de Tierras no sorprendió a los campesinos
que seguían esperando la adjudicación de esas tierras, pues sus abogados
indagaron sobre el proceso y la respuesta que encontraron no pasó de
caracterizaciones agronómicas y sociales, lo que equivale a dilaciones
administrativas que impedían a las familias de ASOCAB acceder a la propiedad
rural como lo permite la ley.
Todo este enredo jurídico de más de dos décadas llegó a su
fin en 2024, con la entrega de 50 resoluciones de adjudicación por cerca de
1.000 hectáreas a familias campesinas de la antigua hacienda Las Pavas, gracias
a las decisiones de fondo de la actual administración de la ANT en cabeza de
Felipe Harman, quien viajó desde días antes de la entrega hasta el sur de
Bolívar y se puso las botas para recorrer una tierra próspera en la cual las
familias de ASOCAB podrán ser, por fin, propietarias legítimas de la tierra que
tanto han querido.
Esta entrega es apenas la primera parte de un acto de
justicia social que adelanta el gobierno de Gustavo Petro, y que continuará con
la adjudicación de otra parte de la hacienda a las familias de ASOCAB
restantes, lo que, por primera vez le permite a esa comunidad ver la
materialización de sus deseos, al reversar el despojo criminal al que fueron
sometidos y la inoperancia de gobiernos anteriores.
“Este es un avance significativo en materia de Reforma
Agraria. La recuperación de esta tierra por parte de la Nación asegura que los
campesinos vivan con tierra y en condiciones dignas después de tantos años de
sufrimiento”, comenta Harman, quien está comprometido con sacar adelante
procesos agrarios históricos como esta recuperación que permite la entrega de
tierras a campesinos víctimas de desplazamiento y pone fin a este caso
emblemático de la Nación.
La entrega de tierras, que estuvo liderada por el Presidente
de la República, Gustavo Petro, en compañía de la Ministra de Agricultura y
Desarrollo Rural, Martha Carvajalino, no podía hacerse en otro lugar que en la
controversial hacienda Las Pavas, y contó con la presencia de los campesinos de
ASOCAB y otros labriegos de los predios Chipre I y Chipre II quienes también
fueron beneficiarios.
Los aplausos en el lugar no se hicieron esperar cuando el
alcalde municipal de El Peñón, Luis Centeno Olivares, se refirió a la
terminación de este proceso y exclamó con orgullo que “cesó la horrible noche”.
Pero en tarima, antes de la intervención presidencial, una voz se robó la
atención. Se trataba de don Misael Payares, quien abrió y cerró esta historia
que hoy llega a su fin: “Hace 11 años, en el Centro de Memoria Histórica en
Bogotá, me di la mano con el Presidente Gustavo Petro (entonces alcalde de la
capital del país), y me dijo que lo invitara a Las Pavas, y hoy viene a
entregarnos nuestras tierras”.
El presidente de la República de Colombia, Gustavo Petro,
rompió el protocolo y cedió el atril presidencial a Misael para que,
nuevamente, expresara su deseo de que esta felicidad que hoy lo embarga llegue
a la totalidad de las familias que integran ASOCAB, como líder natural de esa
comunidad víctima del despojo.
Finalmente, durante la alocución presidencial, el mandatario
de los colombianos se refirió al acto de devolución de tierras a campesinos
despojados que lidera su gobierno, y que está llegando a miles de personas más
en todo el territorio colombiano. Y lo comparó con el lema del escudo nacional:
‘Libertad y Orden’, para evidenciar que la justicia en Colombia sí es posible.
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