¿LA AGRICULTURA AGOTA LA TIERRA?
Por Mario Mejía Gutiérrez
Octubre de 2012
Epigrama.
Parece que le debiéramos gratitud a las fuerzas que construyen muestro
patíbulo.
William Ospina en
Es tarde para el hombre, 1994.
Introducción.
Que la agricultura agota a la tierra es otro viejo cuento de mercaderes. Nos lo
han repetido tanto que ya todos lo creemos.
No todas las formas de
agricultura agotan el suelo: las de los mercaderes ciertamente que sí.
No obstante, existen modos
de cultivar la tierra que la mejoran constantemente. Podemos dejar nuestra
parcela en mejor estado que la recibimos. El paramagnetómetro de Callahan nos
permite conocer instante por instante si mejoramos o empeoramos nuestro suelo.
1. Agriculturas de muerte.
Las de vieja y nueva revolución verde: la de Bourlag y la de las corporaciones
de las “ciencias de la vida”. Las de competitividad y productividad, las de la
tasa de ganancia a cualquier precio. Las de los biocidas, transgénicos,
fertilizantes de síntesis, monocultivo, es decir, la conversión de petróleo en
comida.
Lowenfells y Lewis en Teaming
with microbes: the organic gardener’s guide to the soil food web, 2010, señalan
que los fertilizantes industriales, sales solubles, matan los microbios del
suelo por diferencia de presión osmótica en la solución de la rizosfera. La
nutrición natural de las plantas se da por vía microbial. Quien ingresa a la
vía de los agroquímicos, tendrá que usarlos cada vez más, para delicia de los
mercaderes.
Quien practica el
monocultivo le abre la puerta a comensales diversos, que justificarán la
aplicación de biocidas, tan reconocidamente peligrosos, que para su uso las
transnacionales inventaron el concepto de “buenas prácticas agrícolas”, o sea,
tomar precauciones para utilizar cada vez más biocidas, porque el equilibrio
natural de las poblaciones de comensales ha sido destruido.
La vida del más tenue
insecto es tan importante como la del hombre más ilustre, dijo Gandhi. La yerba
más insignificante de la selva vale por la del árbol más gigantesco, le
declararon indios amazónicos a Wade Davis en la historia novelada de Richard
Evans Shultes, El río.
La codicia oculta el respeto
a la vida, y en agricultura la codicia ignora el objetivo de salud con base en
alimento sano.
2. Agriculturas de vida.
Múltiples propuestas de agriculturas alternativas, así alguna de ellas haga
concesiones a los biocidas naturales y a ciertos productos de síntesis
industrial.
Las agriculturas
alternativas se orientan hacia el postulado de Masaharu Taniguchi: si estás en
paz con todos los seres del cielo y de la tierra, todo será tu amigo, y nada
podrá hacerte daño.
El postulado de Raimon
Pannikar: procurar la unidad ecología y espiritualidad.
El postulado de Claude
Aubert: las plantas y los animales no son máquinas de producción: son seres
vivos. Si este principio se respetara, no hubieran ocurrido ni la enfermedad de
las vacas locas, ni los cóleras y gripas aviares y porcinas.
El postulado de Jean Marie
Roger: no es el agricultor el que produce la manzana; es la Naturaleza quien la
crea de la nada. La materia orgánica es el material estratégico del suelo.
El postulado de Kervran,
transmutación biológica de elementos, nos permite transformar en tierra
agrícola corriente cualquier difícil suelo. Y el de Coccanouer nos aproxima a
los beneficios de las arvenses.
El postulado de Masanobu
Fukuoka: dejar actuar a la Naturaleza; intervenirla lo menos posible.
El postulado de Callahan: la
comunicación insectil feromonal puede interferirse con aromas y ondas
electrónicas. El paramagnetismo es la fuerza secreta del crecimiento.
Cada propuesta alternativa
aporta su postulado, su orientación, compatible siempre con la sabiduría
popular ancestral. Nadie como la campesina santandereana Bertina, capaz de
“enculecar” un pollo para convertirlo en incubadora, en su devoción por las
gallinas criollas. Todas las alternativas en el sentido de salud con base en
alimento sano.
3. Conclusión. Cada
cual escoge su camino. Nuestra invitación es a caminar el camino de la vida, no
obstante las sirenas de la tasa de ganancia.
Ecología, salud, equidad,
precaución.
A la tierra no hay que
devolverle nada mercantil: ella tiene sus mecanismos de equilibrio: barbecho de
descanso, rotaciones, asociaciones,
arvenses, microorganismos, lombrices, abonos verdes, árbol abono (Inga –
guamo); compostaje de superficie, mantillo de bosque, lumbricompuesto, composto
de plantas acuáticas, paramagnetismo…estudiémoslos. Capacitémonos.
El suelo es 98% minerales,
generalmente no disponibles para las plantas: ese es el punto: lograr
que, vía microbial, esos minerales se tornen asimilables. Lo demás es cuento de
mercaderes con el fin de parasitar al agricultor. La doctrina N-P-K es una
estrategia de ventas, frecuentemente apoyada por los análisis de suelos
científicamente manipuladores.
Ningún análisis corriente de
suelos se ocupa del silicio, el principal nutriente que las plantas obtienen del selo, ni tampoco
especifica si elementos como el hierro y el aluminio están quelatados o en
cualquier otra forma. Potreros de la Hacienda El Sinú, de Barragán, con
novecientas setenta y cinco partes por millón de hierro, pero con 35% de
materia orgánica, ganan cada año en la feria de Tuluá el primer premio de carne
vacuna en canal, ganado alimentado con solo pasto, agua y sal: según la
“ciencia”, esos potreros se calificarían como cósmicamente tóxicos (la
toxicidad de hierro dizque comienza en cincuenta partes por millón).
No nos entreguemos a los mercaderes. Liberémonos mediante
capacitación. Solo dos requisitos son básicos: saber leer, y tener humildad
para aprender del otro. La liberación reside en nuestro interior.
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