Bancos Comunitarios de Semillas en Nicaragua aumentan productividad
Bancos de semilla elevan productividad
Pese a los efectos de la sequía, con el rescate y uso de semillas criollas unos 13,000 productores han elevado los rendimientos en maíz y frijol
Lucydalia Baca Castellón 07/06/2016
A nivel nacional el rendimiento promedio de los granos básicos sigue siendo limitado: 11 quintales por manzana para el frijol y 18 quintales por manzana para el maíz. Sin embargo, unas 13,000 familias que se han dado a la tarea de rescatar las semillas criollas y acriolladas han logrado elevar considerablemente sus rendimientos al combinar el uso de estas con un manejo agroecológico.
“Hemos hecho caracterización de 15 variedades de frijol, entre estas han resaltado las de frijol cuarenteño que es un frijol pequeño que produce rápido, a los 40 o 45 días y tiene un rendimiento de 24 quintales por manzana. También destacaron un frijol rojo criollo que se sacó en la comunidad El Caliguate (Santa Teresa, Carazo) que rindió 22 quintales por manzana y el frijol rosado que le llaman color de santo que también rindió 22 quintales por manzana”, detalla Domingo Páramo, secretario de la junta directiva de la Red de Bancos del Pacífico Sur.
En maíz las variedades que proporcionaron mayores rendimientos son la olotillo y la olote rosado, con 40 quintales por manzana cada una.
“Para lograr estos incrementos en la productividad en el uso de estas variedades de semilla, se suma el tratamiento agroecológico”, dice Páramo, quien es también directivo de la Cooperativa Agropecuaria de Servicio Múltiples Productores Unidos (Coasemupu), integrada por 22 productores.
Por su parte, José Tomás Villanueva, de la comunidad Quebrada Honda de Masaya, reconoce que la sequía causó algunos estragos a los bancos de semilla, pero el surgimiento de los huertos o bancos familiares permitió su resurgimiento.
“En 2015 tuvimos problemas, pero surgieron los huertos o bancos familiares en los que se sembraron parcelitas chiquitas de maíz blanco, maíz cuarenteño, maíz pujagua, también frijol negro, cuarenteño, blanco, dulce y frijol mono o color santo, eso nos permitió reproducir la semilla para sembrar en la primera del año pasado y ahora estamos listos con distintas variedades de frijol y maíz para sembrar en el 2016”, dice Villanueva.
Las experiencias relatadas por Páramo y Villanueva son similares a las de otros 13,000 productores de Rivas, Carazo, Granada, Matagalpa, Jinotega, Madriz, Estelí y Nueva Segovia, que en conjunto manejan unos 400 bancos de semilla criolla para el autoabastecimiento. Los relatos de éxito fueron relatados durante el encuentro nacional de bancos comunitarios de semillas criollas y acriolladas, organizado por la Alianza Semillas de Identidad.
“Trabajamos con más de 42 organizaciones que aglutinan a más de 13,000 familias productoras en ocho departamentos. Una de nuestras principales tareas es la formación y fortalecimiento de los bancos comunitarios de semilla criolla y acriollada que son manejadas directamente por las familias productoras”, expone Pedro Aráuz Rugama, coordinador nacional de la Red de Promoción de Agroecología (GPAE).
Otra de las funciones de la GPAE es promover la transición del sistema convencional de agricultura al sistema de producción agroecológico.
“Con el sistema agroecológico conservamos nuestros recursos naturales, principalmente al reconstruir y fortalecer el suelo, como base para que la semilla produzca sana y con mayor potencia y sin el uso de químicos. Esto garantiza el paso de la agricultura convencional a la agroecología que se considera la agricultura del futuro”, sostiene Aráuz, quien añade que la agroecología proporciona también la resistencia que requieren las unidades de producción para reducir los efectos del cambio climático.
“Además, las semillas criollas son tan rendidoras como las mejoradas, e incluso más porque la mejorada viene con un paquete de agroquímicos que si el productor no puede comprar no obtendrá el rendimiento esperado. En cambio, las criollas están adaptadas a cada zona y con el manejo agroecológico del suelo los rendimientos se incrementan considerablemente”, afirma Aráuz.
El manejo agroecológico incluye, entre otras prácticas, la diversificación de los cultivos, incorporación de los rastrojos y uso eficiente del agua a través de la incorporación de abonos verdes. Además, no se quema ni se usan agroquímicos.
Dependiendo de la zona y de la variedad, los involucrados en la GPAE han alcanzado rendimientos promedio de entre 20 y 30 quintales por manzana para el frijol y de unos 25 quintales por manzana para el maíz.
Para diversificar el uso del suelo estos productores cultivan también, aunque en menor escala, hortalizas, raíces y tubérculos; frutales y semillas de abono verde (canabalia, gandul, terciopelo y otras).
Además de garantizar el incremento de la productividad y con ello la soberanía y seguridad alimentaria de sus familias y comunidades, estos productores también propician la conservación de las semillas criollas y acriolladas que se han conservado por años a través de la multiplicación y traslado de generación en generación para que esté a disposición de las familias productoras.
“Con esto se protege y conservan estas semillas para garantizar su disponibilidad a los agricultores de subsistencia para que no tengan que depender del uso de semilla mejorada y que no permitan que se introduzcan semillas transgénicas”, dice Aráuz.
Las 13,000 familias involucradas en esta red cultivan un promedio de dos manzanas de maíz y frijol cada una, porque la idea es que además de garantizar su seguridad alimentaria tengan también un excedente que al comercializarlo les genere algunos ingresos que les permita satisfacer otras necesidades del hogar.
El éxito de la iniciativa, según Aráuz, ha atraído a otros productores que de forma individual o a través de sus organizaciones se siguen sumando a estos bancos comunitarios.
Como parte de la estrategia para el incremento de la productividad agrícola, el Gobierno también promueve el establecimiento de bancos de semilla.
“Trabajamos directamente con los productores que multiplican la semilla y a la vez adoptan nuevas prácticas de manejo que les permite seleccionar las mejores variedades para cada región”, dijo Oswalt Jiménez, director de investigación del Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA) durante el I Congreso Internacional Incremento de la Productividad Agropecuaria, realizado recientemente en Managua.
Jiménez reconoció que uno de los grandes retos del país es fortalecer este mecanismo para llegar a un mayor número de productores, para que a través de estos bancos comunitarios de semilla se “irradie la tecnología hacia el resto de productores y que el intercambio de conocimiento se fortalezca de productor a productor a través de este mecanismo ”.
La Alianza Semillas de Identidad mantiene la postura de que no se debe permitir la introducción de semillas transgénicas al país. “Las semillas transgénicas no son más productivas, eso está comparado con diversos estudios. Contaminan gravemente los suelos y las aguas porque usan una gran cantidad de agroquímicos y afectan la salud porque el principal agroquímico que requieren es el glifosato, que oficialmente la Organización Mundial de la Salud lo ha identificado como causante de cáncer… Además contaminaría el resto de cultivos”, afirma Lucía Aguirre, directiva de la alianza.
PESE A SEQUÍA ESTÁN LISTOS
SE HAN DIVERSIFICADO
Además de garantizar el incremento de la productividad y con ello la soberanía y seguridad alimentaria de sus familias y comunidades, estos productores también propician la conservación de las semillas criollas y acriolladas que se han conservado por años a través de la multiplicación y traslado de generación en generación para que esté a disposición de las familias productoras.
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