Geoingenieros realizan prueba de ingeniería planetaria en Australia
El experimento viola la moratoria de 193 países de la ONU
CIUDAD DE MÉXICO, CIUDAD DE DAVAO, MONTREAL, 11 de mayo — En una acción inusitada, un pequeño grupo de geoingenieros australianos violó una moratoria internacional contra la geoingeniería. Para disimular la falta, presentaron esta tecnología de geoingeniería —blanqueamiento de nubes para reflejar la energía solar— como si fuera un plan para salvar la Gran Barrera de Coral.
El experimento, realizado por investigadores de la Universidad de Southern Cross en Nueva Gales del Sur, se presenta como un intento de reducir las temperaturas locales del océano y frenar el blanqueamiento de los arrecifes de coral. Pese a ser en pequeña escala, la prueba sienta un precedente muy peligroso para legitimar el despliegue de tecnologías de geoingeniería solar, que podrían tener efectos altamente perjudiciales e impredecibles sobre el clima.
A primera vista, no parece gran cosa: unos cuantos tecnólogos en un barco frente a la costa oriental de Australia, probando un ventilador que sopla niebla de agua marina hacia el cielo. Sin embargo, las pruebas de tecnologías de geoingeniería como ésta son parte de una avanzada global para implementar la manipulación tecnológica del clima. Daniel Harrison, líder del proyecto, ha estado promoviendo propuestas de geoingeniería durante casi una década. Este experimento fue financiado con recursos gubernamentales y ya se han programado más ensayos, también con financiamiento público.
“La banda de geoingenieros que impulsan estas peligrosas tecnologías ha intentado realizar pruebas de geoingeniería solar al aire libre por años, y hasta ahora lo lograron, durante una pandemia”, dice Silvia Ribeiro, directora del Grupo ETC para América Latina. “El giro que le dieron, presentar su intento como una forma de salvar los arrecifes de coral, no está probado en absoluto y los datos que pueden reunir con este experimento son mínimos, pero la historia subliminar es que existen “soluciones” tecnológicas para el cambio climático, que permitirán a las empresas de combustibles fósiles seguir extrayendo e incluso crear nuevas oportunidades de ganancia”.
La técnica probada en Australia se llama “blanqueamiento de nubes marinas”. Se basa en la idea de que el agua de mar rociada en las nubes aumentará la cantidad de luz que reflejan de vuelta al espacio. Si se desplegara a escala masiva, en teoría la técnica reduciría la temperatura, pero también podría tener efectos negativos a nivel local, regional y mundial.
Las técnicas de geoingeniería solar, también conocidas como gestión o manejo de la radiación solar, podrían causar sequías y alteraciones climáticas en otras regiones del mundo si se despliegan a gran escala. Los estudios de modelización muestran que, por ejemplo, si el blanqueamiento de nubes marinas se desplegara en California, donde se está llevando a cabo otro proyecto similar al de Australia, podría causar sequías en el Amazonas. Ésta es la razón, entre otras, por la que 193 países que forman parte del Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) acordaran una moratoria sobre la geoingeniería en 2010.
“Este experimento a campo abierto contraviene la moratoria del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica en materia de geoingeniería”, dice Neth Daño, co-directora ejecutiva del Grupo ETC,. “Australia, como parte del CDB, tiene la obligación de respetarlo y asegurar la aplicación en su territorio. Es imprudente que cualquier gobierno ignore los riesgos potenciales de la gestión de la radiación solar e ignore las deliberaciones en curso en la ONU sobre la necesidad de una gobernanza multilateral antes de llevar a cabo experimentos en el mundo real”.
Geoingeniería disfrazada
Ni la geoingeniería ni el intento de enfriar el planeta se mencionan en el comunicado de prensa oficial de la Universidad de Southern Cross, tampoco en la mayor parte de la cobertura. Sin embargo, el líder del equipo, Daniel Harrison, incluye dentro de sus temas de investigación “la ecoingeniería y la geoingeniería”. Harrison ha investigado varias técnicas de geoingeniería durante casi 10 años. En 2012, Oil Gas Daily citó el artículo de Harrison sobre el cálculo de de cuánto carbono podría aislarse mediante fertilización del océano con hierro (una técnica totalmente distinta del blanqueamiento de nubes, que busca alterar el medio ambiente marino).
En su libro After Geoengineering, Holly Jean Buck, otra promotora de la geoingeniería, señala que “asociar el blanquemiento de nubes con la geoingeniería dificultó la construcción y prueba” de equipos para la investigación de esa técnica. Para documentar su queja, Buck explica que un líder del Proyecto de Blanqueamiento de Nubes Marinas con sede en California dijo de los financiadores: “ya se dieron cuenta de que esto es geoingeniería, ahora tendremos que conseguir la aprobación.”
Australia no parece tener la misma sensibilidad con respecto al financiamiento de las investigaciones de geoingeniería. Según el Instituto de Ciencias Marinas de Sydney, las pruebas fueron financiadas por los gobiernos de Queensland y de Australia como parte del “desafío para impulsar la abundancia de corales”, y está previsto que las futuras pruebas de blanqueamiento de nubes marinas se financien a través de la misma iniciativa.
“En Australia, los geoingenieros han encontrado una manera de conseguir financiamiento y aprobación para sus proyectos, afirmando que podrían salvar la Gran Barrera de Coral y ocultando el objetivo final de las tecnologías que están desarrollando”, dice Neth Daño.
Sobre el blanqueamiento de nubes marinas y la geoingeniería
El calentamiento de los mares es sólo una de las varias causas del blanqueamiento de los corales. La acidificación de los océanos, la mala calidad del agua debido al escurrimiento de sedimentos, la contaminación procedente de la agricultura, la acuicultura, los desarrollos costeros e industriales son todos factores de la destrucción de los corales que este experimento no toma en cuenta. La geoingeniería solar no hace nada para abordar el gran problema de la acidificación del océano, que se debe a que los océanos absorben el exceso de CO2 de la atmósfera.
“Al proporcionar una coartada técnica a la industria de los combustibles fósiles para continuar con las emisiones de CO2, la geoingeniería exacerbaría en todo caso la acidificación y por tanto la destrucción de los arrecifes de coral a nivel mundial”, dice Ribeiro. “Para abordar realmente el problema, necesitamos reducciones drásticas de las emisiones de CO2, no remiendos técnicos distractores y de alto riesgo”.
El blanqueamiento de nubes marinas es una de varias propuestas de geoingeniería solar. Los esquemas de geoingeniería solar buscan reflejar la luz solar de vuelta al espacio para contrarrestar los efectos de atrapamiento de calor de los altos niveles de CO2 en la atmósfera. La ingeniería solar está asociada con un profundo riesgo e incertidumbre, incluyendo mayores perturbaciones del clima global, efectos de retroalimentación desconocidos e inundaciones y sequías en el sur global. A los críticos les preocupa que pueda ser utilizada como arma por países poderosos para promover agendas geopolíticas.
Las empresas de combustibles fósiles han financiado durante décadas la investigación de geoingeniería solar. Más recientemente, el Fondo para la Investigación Innovadora del Clima y la Energía (FICER, por sus siglas en inglés) respaldado por Bill Gates, ha financiado investigaciones de geoingeniería solar, incluyendo el Proyecto de Blanqueamiento de Nubes Marinas con sede en California. Esa iniciativa puede tener vínculos con el grupo australiano, pero aún no ha realizado pruebas de campo por su cuenta.
Oposición y moratoria internacional
La geoingeniería se ha enfrentado durante mucho tiempo a una fuerte oposición basada en el hecho de que no aborda las causas fundamentales de la crisis climática y proporciona una excusa para que los gobiernos con altas emisiones eviten enfrentarse a la destructiva industria de los combustibles fósiles y sus crecientes emisiones de CO2.
La moratoria internacional de las Naciones Unidas establece que no se deben llevar a cabo actividades de geoingeniería “mientras no exista un mecanismo regulatorio y de control de base científica, global, efectivo y transparente” en salvaguarda del principio precautorio. La decisión, aprobada por el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) en 2010, permite excepciones para “experimentos en pequeña escala” con varias condiciones, entre ellas que se lleven a cabo en “entornos controlados” —lo que no fue el caso en Australia.
195 organizaciones y movimientos nacionales e internacionales de la sociedad civil de 45 países han firmado el manifiesto “¡No Manipulen la Madre Tierra!” (“HOME”), que exige específicamente que se ponga fin a los experimentos unilaterales como este caso de blanqueamiento de nubes en Australia.
Contacto:
Ronnie Hall (coordinador de comunicaciones): ronnie@etcgroup.org
Silvia Ribeiro: silvia@etcgroup.org
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