Declaración Política V Asamblea de Mujeres de la Vía Campesina
25/07/2017
Nosotras, mujeres de más de 70 países, representantes de nuestros movimientos, reunidas en nuestra V Asamblea de Mujeres, en el marco de la VII Conferencia Internacional de la Vía Campesina, nos dirigimos a las mujeres todas, a los movimientos campesinos, a los movimientos populares en general y a la sociedad en su conjunto, para declarar cuanto sigue:
Somos mujeres del campo que representamos la diversidad del mundo rural: mujeres de pueblos originarios, campesinas, asalariadas del campo, pescadoras, pastoras, artesanas, jóvenes, migrantes, recolectoras, quienes aportamos cotidianamente a las luchas del campo y a la construcción del movimiento internacional de la Vía Campesina, desde la mirada del feminismo y de la soberanía alimentaria.
Iniciamos esta asamblea haciendo un recuento histórico de nuestro caminar, valorando los avances alcanzados, seguras de nuestro accionar y de nuestro pensamiento.
Ratificamos el Manifiesto de las Mujeres del Campo, emanado en la IV Asamblea de Mujeres, del año 2013, el cual es una guía para nuestra práctica y una propuesta de cambio para la sociedad toda.
Ratificamos nuestro compromiso de resistencia en el campo, de participación plena en las organizaciones y de dar batalla a la violencia contra las mujeres hasta su erradicación completa, de repudiar la guerra y contribuir a la construcción de la paz con justicia social, de defender la madre tierra y luchar por la recuperación del buen vivir para toda la humanidad.
Constatamos una vez más:
El sistema capitalista y patriarcal sigue arreciando en el mundo entero, violentando nuestros territorios, nuestros cuerpos y nuestras mentes, acumulando cada vez más capital a costa del futuro del planeta y la humanidad.
En esta fase de crisis profunda del sistema capitalista, su expresión neoliberal y los gobiernos de cortes dictatoriales e imperialistas expanden la guerra, extraen los bienes comunes de la manera más alevosa, invaden naciones, provocan migración forzosa, expulsan pueblos de sus territorios, militarizan los campos, persiguen, asesinan y encarcelan luchadores y luchadoras, y no se detienen.
La naturaleza y la agricultura continúan siendo mercantilizadas y la extracción incontrolada de todo tipo de recursos se resiente en un acelerado proceso de cambio climático cuyas consecuencias para las comunidades y en particular para las mujeres, son catastróficas, exponiendo a situaciones límites la vida y la cultura del campo, generando hambre y pobreza extrema en quienes producen alimentos y riquezas.
En este contexto las mujeres soportamos cada vez más el peso de la producción de bienes y alimentos y sin embargo nuestro trabajo sigue invisibilizado. El trabajo de los cuidados sigue no valorizado, no apoyado, ni asumido colectiva y socialmente, lo que aumenta nuestra sobrecarga de trabajo y restringe nuestra participación plena.
Las formas de violencia estructural se han multiplicado. Sufrimos violencia económica, laboral, ambiental, física, sexual, sicológica. Los feminicidios siguen y aumentan. La criminalización de las mujeres y sus organizaciones se ha incrementado en los últimos tiempos y junto con la impunidad y asesinatos políticos, se han convertido en obstáculos importantes para el avance de las luchas de las mujeres. El acaparamiento de tierras por parte de grandes capitales transnacionales nos está expulsando de nuestras tierras y hogares, muchas veces arrasando con fuego nuestros cultivos y casas con la ayuda de los ejércitos. La migración forzada que hemos sufrido hace décadas se ha convertido más y más en el campo de crecimiento del crimen organizado a través del tráfico de personas. La guerra nos alcanza con especial brutalidad, profundizando la violencia económica, generalizando la violencia sexual, sumiéndonos en la pobreza y haciendo nuestra vida infinitamente más difícil. La muerte, el encarcelamiento y la persecución de nuestros familiares hombres nos deja aún más vulnerables, sobrecargándonos con las tareas de la sobreviviencia y la protección de niñas y niños, quienes cada vez más son expuestas a la violencia sexual, la muerte y el desarraigo, en las acciones de guerra. Las fumigaciones con agrotóxicos de los grandes monocultivos repercuten directamente en nuestros cuerpos, en el medio ambiente y en nuestro trabajo. Las semillas nativas y criollas se contaminan con transgénicos y ponen en riesgo nuestra soberanía alimentaria.
Sobre nuestro derecho y deber de participar en los procesos políticos y de toma de decisiones
Reconocemos los avances ideológicos, políticos y legislativos en torno a la participación política. Sin embargo, estos avances muchas veces no trascienden en las prácticas políticas ni en la cotidianidad de nuestras vidas; ni de los Estados, ni de nuestras organizaciones.
Continuaremos trabajando y luchando para que nuestras organizaciones estén al frente de los cambios necesarios para asegurar nuestra plena participación política, especialmente en la toma de decisiones, en la definición de estrategias y en las responsabilidades de representación.
Seguiremos exigiendo que se reconozca nuestro trabajo productivo; se valore, se asuma colectivamente y se comparta el trabajo reproductivo y de cuidado, condición fundamental para hacer realidad nuestra participación plena
Construyendo un feminismo campesino y popular
Estamos construyendo un feminismo que surge de nuestra identidad campesina y popular como un aporte a nuestras organizaciones y a los procesos de emancipación social de hombres y mujeres.
El feminismo que planteamos reconoce nuestra diversidad cultural y las muy diferentes condiciones que enfrentamos en cada región, país y localidad; lo construimos desde las luchas cotidianas que desarrollamos las mujeres en todo el planeta, por nuestra autonomía, por transformaciones sociales, por la defensa y protección de la agricultura campesina, por la soberanía alimentaria. Y es allí donde emergerán la mujer y el hombre nuevos en nuevas relaciones de género basadas en la igualdad, el respeto, cooperación y reconocimiento mutuos.
Este feminismo es transformador, insumiso y autónomo, lo construimos colectivamente en la reflexión y en las acciones concretas contra el capital y el patriarcado, es solidario con las luchas de todas las mujeres y los pueblos que luchan.
Este feminismo debe también alimentarse con procesos de formación feminista para nosotras y para todas nuestras organizaciones, Nuestros movimientos deben garantizar espacios propios de mujeres donde podamos fortalecer nuestra autonomía solidariamente.
Campaña Basta de Violencia hacia las mujeres
Nuestra campaña Basta de Violencia contra las Mujeres ha sido de gran importancia para visibilizar la violencia contra nosotras y para avanzar en la sensibilización de nuestras organizaciones. Es necesario ampliar el compromiso de todos los hombres y las mujeres que componemos la Vía Campesina, incluida la juventud, para asumir acciones concretas de la campaña en la cotidianeidad y revertir el freno fundamental que implica la violencia para nuestras vidas.
Nuestros medios de comunicación populares deben potenciar la campaña mediante la difusión, promoción y visibilización de la problemática que afrontamos, las luchas que desarrollamos y las propuestas que desarrollamos.
Las mujeres del campo seguiremos organizadas, luchando por el derecho a vivir con dignidad, justicia e igualdad.
Construimos movimiento para cambiar el mundo con Feminismo y Soberanía Alimentaria.
Euskal Herria, Derio, 18 de julio de 2017
http://www.alainet.org/es/articulo/187063
Comentarios