Los Maíces de Colombia son más Variados de lo que se Creía

15 Abr 2019 - 12:55 PM

Dos nuevos grupos de este alimento fueron encontrados gracias a sus diferencias genéticas. Hasta hace cinco años se conocían 61 razas criollas y variedades nativas del país.
Según la FAO, el 75 % de la diversidad agrícola mundial se perdió en el siglo XX. Agencia de Noticias UN / Yenny Muyuy
“Se pueden observar razas como el ‘azulito del valle’, que recibe su nombre por el color del grano, tiene un porte alto y da cosecha con relativa precocidad, en un periodo de 140 días; otra raza destacada es la ‘roja sangre toro’, que también es alta y tiene una mazorca grande y pesada”, describe la ingeniera agrónoma Myriam del Carmen Salazar Villarreal, doctora en Agroecología de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira, quien adelantó la investigación.
Agrega que las razas con granos negros, rojos y morados tienen altos valores nutracéuticos, es decir componentes benéficos para la salud como los antioxidantes, que contribuyen a prevenir el cáncer. Este hallazgo resulta importante en la medida en que revaloriza la variedad del maíz en el país ante el incremento exponencial en los últimos años de las importaciones de este cereal tanto para consumo humano como para producción animal. 
Según un informe de la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, entre 2014 y 2016 las importaciones de maíz amarillo aumentaron en un 14,1 %, al pasar de 3,76 millones de toneladas a 4,29 millones. En cuanto al maíz blanco, la variación es mucho mayor, con un aumento del 88 % entre 2014 y 2016. 
Muchos insumos químicos
La investigadora sostiene además que el cultivo de maíz transgénico que se siembra en algunas zonas del país como la Costa, el Valle del Cauca y el Eje Cafetero es cada vez más dependiente de insumos químicos, por el incremento de la incidencia de plagas y enfermedades. Como el maíz es una planta que se puede polinizar a través del viento, los cultivos introducidos se pueden cruzar con los nativos y “contaminar” genéticamente estos materiales, provocando la erosión de la diversidad y la pérdida de ciertas características específicas. 
Según la investigadora, es importante trabajar de la mano con los agricultores colombianos: “ellos tienen un papel determinante en la conservación, el manejo y el rescate de la variabilidad. Sus fincas aún son reservorios genéticos a partir de los cuáles podemos obtener variedades de maíz con la capacidad de resiliencia a las condiciones del cambio climático”, sostiene.
Dentro de estas condiciones se encuentran el incremento de la temperatura –que trae consigo la proliferación de plagas y enfermedades–, una menor disponibilidad de agua y la intensificación de los periodos de fuertes vientos.
Diálogos de tradición
En el proceso de investigación se tomó como referencia un estudio adelantado en 2014 por la doctora Creuci María Caetano, en el que se habían reportado 37 razas nativas o criollas y se había propuesto la clasificación en tres categorías. 
La primera etapa del estudio se realizó en el centro del Valle, en donde hay una fuerte tradición de cultivo de maíz por parte de caficultores que lo utilizan para autoconsumo. En principio se realizó una serie de reuniones con productores que forman parte del Movimiento Agroecológico de América Latina y el Caribe (MAELA), en los municipios de Restrepo, Tuluá y Riofrío. 
Los agricultores manifestaron que antes había una mayor diversidad en las fincas y que el clima era más frío, debido a la manera en que la vegetación cubría la entrada del sol. Esta amplia diversidad presente en las fincas de los municipios evaluados garantizaba un menor impacto de los efectos del cambio climático.
“Les pedimos que recordaran cómo era el uso de la tierra hace 50 y 20 años, y que hicieran dibujos de sus fincas. A partir de este trabajo y ese diálogo seleccionamos la muestra de los agricultores que han trabajado con maíces criollos y nativos”, detalla la investigadora.
Luego se visitaron las fincas de estos agricultores –ocho en Restrepo y dos en Riofrío–, donde se obtuvieron las semillas que se cultivaron para multiplicar el material disponible en el estudio y que después se sembraron con polinización controlada para disminuir el cruce no controlado (introgression).
Nueve de las 61 razas estudiadas, que formaban parte de la colección de la U.N. Sede Palmira, se utilizaron como referentes para comparar las características. La investigación fue dirigida por el profesor Franco Alirio Vallejo Cabrera, de la U.N. Sede Palmira, y codirigida por la doctora Creucí María Caetano. 
Cada planta se evaluó según la propuesta de Biodiversity International: la productividad, la altura, el porte, la forma y la sanidad de la mazorca, junto con los colores del tallo, las hojas y el grano, entre otras características.  Los datos obtenidos se procesaron estadísticamente mediante el modelo lineal generalizado (GLM) del programa estadístico Statistical Analysis System (SAS). Este análisis permitió conformar grupos de razas con alta similitud en sus características y separarlos en cinco, según las diferencias.

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