Rubens Nodari y su posición crítica frente a los transgénicos y la investigación de las empresas
Conservación e
innovación de la diversidad biológica en el agro: el rol de los campesinos
frente a los cultivos transgénicos
Entrevista con
RUBENS ONOFRE NODARI
El doctor Rubens
Onofre Nodari fue uno de los expositores en el Foro Internacional “Los alimentos
transgénicos: impactos a la salud y la importancia de una moratoria en un país
megadiverso”, organizado por el Comité de Medicina Tradicional, Alternativa y
Complementaria del Colegio Médico del Perú (Lima, septiembre de 2015). Hemos
reservado la difusión de esta entrevista para la presente edición de LEISA
sobre cocreación del conocimiento por el enfoque que el Dr. Nodari
–investigador en el Centro de Ciencias Agrarias y profesor en el Programa de
Graduados Recursos Genéticos de Plantas de la Universidad Federal de Santa
Catarina, Brasil–, otorga al tema, dada la importancia del saber campesino para
la conservación e innovación de la diversidad biológica en el agro.
LEISA: ¿Podría
explicarnos la importancia de los conceptos actuales sobre lo que usted denomina
el “dogma central”?
Rubens Nodari: El
desarrollo de la genética siempre ha sido polémico. La primera polémica se dio
a partir de los descubrimientos de Mendel, que es muy determinista, donde un
gen es una característica. Era una época en la que la teoría de Darwin estaba
siendo difundida entre los científicos y era muy compleja. Sin embargo, esas
dos corrientes de pensamiento se unieron y esto se conoció como “la gran
síntesis”. Entonces, con el descubrimiento de que el ADN era la molécula que
contenía la información genética, el código genético, y como ya se conocían las
proteínas, se desarrolló un concepto de “dogma central” para unir el ADN con la
proteína. En esa época se sugirió una molécula intermediaria que era el ARN.
Sin embargo, siempre se señaló que la función más importante era la del ADN,
que era la molécula principal. Era, como se dice, la estrella del dogma
central. Así, conociendo al ADN se conoce todo; imaginando al ADN se imagina
todo. El ADN se vuelve la huella digital de la vida.
Pero esos modelos
eran muy reduccionistas porque atribuían la vida a una molécula y no es así.
Poco a poco fue avanzando el conocimiento científico, lo que permitió nuevos
descubrimientos y nuevos componentes, nuevos tipos de ARN, nuevas interacciones
entre proteínas y ARN y entre proteínas de ADN.
Hoy la concepción
debe cambiarse. Debemos tener un nuevo concepto del dogma central. Sé que
existe un dogma central, pero, tal como este fue concebido, ya puede ser
rechazado por los nuevos conocimientos. Lo que debemos pensar es que la célula
es la gran maestra, como una directora de orquesta. La célula es una orquesta,
con los guitarristas, los violinistas y todo lo demás; cada uno tiene una
función, pero la mayor función que se reconoce hoy es la de los ARN porque
ellos pueden hacer la regulación “genética”. Y la producción de ARN es muy
dependiente del ecosistema, del efecto ambiental que está a su alrededor.
Debemos pensar que una célula está en un ecosistema y que va a producir
diferentes proteínas dependiendo de muchos factores.
LEISA: Usted
también ha mencionado el impacto que tienen los organismos transgénicos en el
componente de la biodiversidad.
RN: Toda la
tecnología de transgénesis, de producción de organismos genéticamente
modificados o transgénicos, se ha desarrollado dentro del concepto del dogma
central clásico. Se puede introducir un pedazo de ADN y conseguir que se
exprese una proteína, eso no va a causar ningún daño a nadie, tampoco al suelo
o al ecosistema. Sin embargo, lo que sucedió es que nosotros, es decir, los
científicos independientes, descubrimos muchos efectos en el ambiente producto
del cultivo de esas plantas transgénicas. Desde el efecto en organismos que
llamamos “no blancos”, organismos que son benéficos para la naturaleza, para la
agricultura, como las “micorrizas”, los insectos, los polinizadores, organismos
que viven en el agua… y ese es un impacto ya detectado.
Otro gran impacto
que ha sido detectado es que las plantas transgénicas y su cultivo han
provocado un gran aumento del uso de los pesticidas que, a su vez, causa
impactos en los componentes del medio ambiente. Ahí tenemos un efecto indirecto
muy grande; los efectos de los pesticidas son de mayor magnitud incluso que los
de los transgénicos. También hay efectos económicos. Hay pérdida de cosechas
por parte de agricultores que adoptan un sistema de cultivo agroecológico u
orgánico. Y también hay contaminación, principalmente en maíz, en soya y, por
ende, hay también pérdidas económicas.
También hay
pérdidas desde el punto de vista de la riqueza genética que es mantenida por
los campesinos. Hay variedades criollas que han sido mantenidas, mejoradas y
adaptadas durante cientos, miles de años, que están siendo contaminadas. Todo
eso produce una erosión genética muy grave y los campesinos pierden esa
diversidad, esas variedades. Ellos tampoco van a poder hacer innovaciones,
porque los campesinos han sido responsables de la principal innovación del
mundo que fue la domesticación de plantas y animales. Entonces, sin diversidad,
¿qué van a hacer? El rol histórico de los campesinos siempre fue hacer
innovaciones, nuevas prácticas agrícolas, nuevas variedades, variedades
adaptadas a diferentes pisos y condiciones pero, sin diversidades, ¿qué van a
hacer? No tenemos el derecho de impedir que los campesinos continúen haciendo
esas innovaciones y manteniendo la conservación del uso sostenible de la
biodiversidad.
LEISA: ¿Cuál sería
la forma para que los campesinos sean conscientes, muy conscientes, de esta
riqueza que ellos manejan y del saber-hacer o conocimiento que poseen para la
conservación de la biodiversidad, y que ante esta invasión de los transgénicos
tengan ellos también principios precautorios?
RN: Yo pienso que
no existe una manera única de hacerlo. Pienso que podemos combinar distintas
actividades, pero después de mucho tiempo conviviendo con los campesinos creo
que hacer conversar a los campesinos con otros campesinos es la forma más
auténtica. Yo sé que la mayoría de campesinos no es consciente de la gran
importancia de lo que están haciendo, la gran contribución que significa su
trabajo. Algunos de ellos ya lo saben. Pienso que debemos crear condiciones
para que unos aporten a los otros preocupaciones, incertidumbres, conocimiento,
y para que se discutan los temas. Porque yo puedo ir y hablarles, pero yo no
soy campesino –aunque conozco la importancia que tienen–. Por eso, si otro de
ellos va, es mejor. Esa es para mí la principal actitud.
LEISA: Usted ha
dicho que es necesario poner una muralla que nos proteja de los estudios
realizados por las empresas y, sobre todo, de los científicos que están a favor
de los organismos transgénicos. Ha comentado que ellos presentan muchos
estudios, pero que estos no son tan científicamente sólidos como se nos quiere
hacer creer. ¿Podría decirnos algo con relación a la calidad de estos estudios?
¿Cómo responder a ellos?
RN: El principio es
muy sencillo: si una empresa invierte mucha plata para desarrollar algo, va a
querer tener un retorno económico por el producto que ha desarrollado. Esas empresas,
por lo tanto, no van a desarrollar estudios que puedan descubrir algo. Por
ejemplo, no van a encontrar el principio básico en una investigación. Entonces,
yo puedo diseñar estudios científicos que no van a llegar a detectar los
problemas más importantes. Son estudios que se hacen de varias formas, usando
pocas repeticiones, pocos animalitos, pocos mosquitos o pocos insectos, y
generalmente son de corta duración. Entonces, yo no publico esos estudios. Esos
estudios no están publicados, la mayoría de ellos los hacen las empresas para
entregarlos a las agencias regulatorias, pero la gente no percibe que esos
estudios tienen muchas flaquezas científicas. Así, solamente aquellos que están
en un comité de bioseguridad consiguen darse cuenta de eso. Yo pienso que otros
científicos podríamos involucrarnos en la lucha, solicitar los estudios, mirar
los estudios y hacer las críticas científicas necesarias además de divulgar que
esos estudios no tienen rigor científico. Tenemos que denunciarlo como yo lo
vengo haciendo.
Fuente: http://www.leisa-al.org/web/images/stories/revistapdf/vol32n1.pdf
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