Agricultura Urbana en Bogotá

DE LA AGRICULTURA A LA AGROECOLOGÍA PARA EL DESARROLLO COMUNITARIO EN BOGOTÁ

Por: Alirio Duque, Plataforma Rural de Bogotá

1 de noviembre de 2011

Introducción

El proyecto de agricultura urbana comenzó como una alternativa alimentaria para las familias de los barrios populares que cobijaba el decreto de emergencia social. El hambre fue la bandera de campaña del alcalde Luis Eduardo Garzón y su decreto cobijó seis localidades del distrito Capital: San Cristóbal, Usme, Ciudad Bolívar, Kennedy, Suba y Bosa. En estas localidades “el 52% de la población de la ciudad (3,6 millones de habitantes), el 62% del total de personas en pobreza y el 64% de los bogotanos en indigencia”[1].

De esta manera, la agricultura urbana se integró a la política pública de Seguridad Alimentaria y Nutricional y se transformó en uno de los proyectos más dinámicos, en su componente social, dentro del Jardín Botánico de Bogotá.

Los Encuentros de Agricultura Urbana que se han realizado así lo demuestran. Incluso, las Mesas de Agricultura Urbana de Kennedy “Mautechotiva” y Fontibón “Madre Tierra” están planteando su autonomía como organización social en defensa de la soberanía alimentaria. Propuesta a la que se han sumado otras Mesas de Agricultura Urbana.

Este empuje suscitado por la agricultura urbana probablemente la convierta en Política Pública antes de finalizar la actual administración. Es decir, como proyecto de fortalecimiento de la seguridad alimentaria la agricultura urbana podría convertirse en política pública para el fortalecimiento del tejido social, la seguridad y la soberanía alimentaria; y contribuiría al mejoramiento del ambiente; a las técnicas y tecnologías en las prácticas agrícolas en la ciudad.

A esta gama de temas se suma este año el rescate del conocimiento ancestral; el diálogo de saberes; la multiculturalidad, la diversidad de especies de plantas y semillas nativas, tanto de alimentos como de medicinas naturales. En otras palabras, el granito sembrado por la agricultura urbana, brotó en propuestas y visiones de desarrollo acordes con la vida.

Desde la región andina, por ejemplo, las comunidades indígenas de Bolivia y Ecuador lograron plasmar el concepto del “Buen Vivir” (Sumak Kawsay) dentro de sus constituciones. Ahora en Bakatá este concepto se ha fortalecido con las cosmovisiones indígenas dentro del Jardín Botánico. El trabajo desde la multiculturalidad desde los proyectos de Educación Ambiental y Agricultura Urbana le han dado un sustento teórico – práctico a la construcción de propuestas de desarrollo comunitario; desde la agroecología y el pensamiento ancestral de los pueblos de Abya Ayala.

De la Agricultura Urbana a las miradas de Desarrollo Comunitario.

Todos estos temas podrían convertirse en líneas de investigación, teórico – prácticas, para la construcción de pilotos de desarrollo comunitario. Todo depende del enfoque y la visión en que se marque. Ya sea desde las comunidades y sectores populares o desde el Distrito.

Esto implicaría una modificación total en el enfoque. Por ejemplo, la Unidades Integrales de Agricultura Urbana (UICAU), deberían trasformarse en Unidades Agroecológicas para el Desarrollo Comunitario en la Ciudad (UADC).

En esencia estos espacios que fueron pensados como huertas demostrativas, en los diferentes territorios donde opera el proyecto de agricultura urbana; podrían avanzar hacia el rescate de las medicinas naturales, las técnicas y las tecnologías para la agricultura urbana, la recolección de agua lluvia, el manejo de aguas grises y los sistemas de riego, la potabilización del agua; el desarrollo de energías alternativas; la bioconstrucción con técnicas como el súper adobe o las edificaciones a partir del reciclaje de botellas pláticas que pueden ser llenadas con diferentes materiales para convertirse en ladrillos.

A todas estas propuestas, se debe tener un enfoque de fortalecimiento del tejido social para afianzar la visión comunitaria. Por medio de la pedagogía, la educación y la comunicación popular. Todos estos elementos pueden configurar una mirada integral que empiece a priorizar el autoabastecimiento, la autonomía alimentaria, medicinal, el consumo consiente, incluso hasta plantear sistemas de economía solidaria y alternativa que contribuyan a la inclusión de los sectores populares.

La visión de ciudad, basada en el nuevo modelo de desarrollo de “Ciudades – regiones” no plantea ninguna novedad. Sólo continúa con la receta impartida por los modelos de desarrollo neoliberales para las grandes ciudades. Modelos de este tipo los podemos observar en Ciudad de México, San Pablo, Tokio o Londres. Es la visión de concentrar a la población para convertirla en esclava del consumo.

Por eso se requieren modelos alternativos y la agricultura urbana contribuye a este propósito. Aunque el salto debe ser hacia el campo, en un mediano y largo plazo, puesto que el modelo de ciudad que se plantea no es viable ni acorde con la vida. Este es un tema mucho más complejo para debatir, pero debemos ser consientes de las amenazas a la existencia de la especie humana.

Sin embargo, debemos resaltar que este modelo de desarrollo comunitario basado en las prácticas agroecológicas en la ciudad debe encontrar un mecanismo para la continuidad de estos proyectos en los territorios donde se implementarán.

Una de las mayores dificultades que actualmente presentan los proyectos de agricultura urbana en Bogotá es la propiedad de la tierra o de los lotes donde se realizan. La mayoría de los espacios con áreas significativas para el desarrollo de estos proyectos son prestados, y la realidad es que las familias que trabajan en estos huertos no tienen los recursos económicos ni la propiedad de la tierra para garantizar la continuidad de estos proyectos.

En este sentido, un salto hacia modelos de desarrollo comunitarios sustentando en la agroecología requiere de mecanismo que permita la propiedad comunitaria de lotes y espacios públicos para la continuidad de los programas de agroecología urbana.

De esta manera se podrá realizar una planeación a mediano y largo plazo, que permitan la articulación de las áreas periurbanas y rurales a los canales de comercialización agroecológica y de redes de consumo conscientes que permitan el desarrollo de sistemas de economía solidaria que permitan el fortalecimiento del tejido social y la autonomía de las comunidades.



[1] Cámara de Comercio de Bogotá. La Emergencia Social En Bogotá. Revista Observatorio Social Número 15. Bogotá D.C. septiembre de 2004.


Para mayor información y texto completo: www.familiadelatierra.com.co


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