Monopolio de transgénicos pone en riesgo pequeña producción en América Latina
La Paz, febrero 28 (GAIA Noticias)
En Bolivia la agricultura ecológica es muy poco conocida o muy poco utilizada con conocimientos de conservación ambiental, algunos productores creen que este tipo de agricultura es más cara que la convencional, por lo que la opción de utilizar semillas transgénicas según malas percepciones podría convertirse en ecológica.
Por otro lado existe grandes defensores de las semillas transgénicas donde se amparan en la idea e incluso política que este producto erradicará el hambre en el planeta tomando en cuenta que el costo de la producción será el mínimo.
Miguel Ángel Crespo Director del Programa Biosfera Medio Ambiente PROBIOMA, explicó que América Latina es invadida por las semillas transgénicas, la soya y el maíz, este comercio se convirtió en el monopolio más estable y contundente en elaboración de semillas modificadas con el pretexto de mejorar la calidad de vida de la humanidad, aplicando su estrategia inteligente que es sobrellevar las posibles hambrunas del mundo.
Crespo destacó que este tipo las semillas convencionales lamentablemente ya fueron invadidas y los pequeños productores antes de resignarse y ser parte de este monopolio, deben unir esfuerzos para combatir esta batalla que es la modificación de la genética de nuestros alimentos, y como consecuencia a la larga podría modificar la salud, el medio ambiente y toda la biodiversidad del planeta.
Este monopolio además de manipular a los productores tiene una base económicamente estable y sustentable como para absorver a las empresas que están inclinadas a la producción convencional. Las empresas transgénicas mundiales como Monsanto, Dupont, Novartis, Aventis, Astrazeneca y más, son transnacionales dedicadas a la producción de alimentos transgénicos.
Una columna que fue publicada en la Organización de los Estados Panamericanos OEI textualmente expresa: “…Según Acción Ecológica, las papas estadounidenses que introducen a Ecuador los restaurantes de comida rápida de origen norteamericano también podrían pertenecer a la producción genéticamente modificada. Lo mismo podría ocurrir con el aceite de canola y algunas materias primas para la alimentación de pollos. Con el objetivo de profundizar en la información sobre los alimentos transgénicos, se realizó en Quito el I Curso Regional de Bioseguridad en el que participaron expertos en bioseguridad de varios países de América Latina, representantes de los gobiernos de Bolivia, Colombia, Ecuador, Cuba, Venezuela y de la Unesco, quienes al finalizar pidieron que los gobiernos latinoamericanos instrumenten mecanismos comunes de seguridad para este tipo de alimentos.
Los participantes también señalaron que en América Latina, la mayor parte de los que toman decisiones sobre productos transgénicos no tiene la formación necesaria para tratar el tema. ''Los representantes gubernamentales que deciden sobre la introducción, uso y manejo de organismos vivos modificados por técnicas de biotecnología en América Latina, requieren mayor capacitación para cumplir sus funciones'', señaló Arvelio García Rivas, de Unesco.”
En Bolivia la agricultura ecológica es muy poco conocida o muy poco utilizada con conocimientos de conservación ambiental, algunos productores creen que este tipo de agricultura es más cara que la convencional, por lo que la opción de utilizar semillas transgénicas según malas percepciones podría convertirse en ecológica.
Por otro lado existe grandes defensores de las semillas transgénicas donde se amparan en la idea e incluso política que este producto erradicará el hambre en el planeta tomando en cuenta que el costo de la producción será el mínimo.
Miguel Ángel Crespo Director del Programa Biosfera Medio Ambiente PROBIOMA, explicó que América Latina es invadida por las semillas transgénicas, la soya y el maíz, este comercio se convirtió en el monopolio más estable y contundente en elaboración de semillas modificadas con el pretexto de mejorar la calidad de vida de la humanidad, aplicando su estrategia inteligente que es sobrellevar las posibles hambrunas del mundo.
Crespo destacó que este tipo las semillas convencionales lamentablemente ya fueron invadidas y los pequeños productores antes de resignarse y ser parte de este monopolio, deben unir esfuerzos para combatir esta batalla que es la modificación de la genética de nuestros alimentos, y como consecuencia a la larga podría modificar la salud, el medio ambiente y toda la biodiversidad del planeta.
Este monopolio además de manipular a los productores tiene una base económicamente estable y sustentable como para absorver a las empresas que están inclinadas a la producción convencional. Las empresas transgénicas mundiales como Monsanto, Dupont, Novartis, Aventis, Astrazeneca y más, son transnacionales dedicadas a la producción de alimentos transgénicos.
Una columna que fue publicada en la Organización de los Estados Panamericanos OEI textualmente expresa: “…Según Acción Ecológica, las papas estadounidenses que introducen a Ecuador los restaurantes de comida rápida de origen norteamericano también podrían pertenecer a la producción genéticamente modificada. Lo mismo podría ocurrir con el aceite de canola y algunas materias primas para la alimentación de pollos. Con el objetivo de profundizar en la información sobre los alimentos transgénicos, se realizó en Quito el I Curso Regional de Bioseguridad en el que participaron expertos en bioseguridad de varios países de América Latina, representantes de los gobiernos de Bolivia, Colombia, Ecuador, Cuba, Venezuela y de la Unesco, quienes al finalizar pidieron que los gobiernos latinoamericanos instrumenten mecanismos comunes de seguridad para este tipo de alimentos.
Los participantes también señalaron que en América Latina, la mayor parte de los que toman decisiones sobre productos transgénicos no tiene la formación necesaria para tratar el tema. ''Los representantes gubernamentales que deciden sobre la introducción, uso y manejo de organismos vivos modificados por técnicas de biotecnología en América Latina, requieren mayor capacitación para cumplir sus funciones'', señaló Arvelio García Rivas, de Unesco.”
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