Soberanía Alimentaria en Europa y la PAC

Soberanía Alimentaria en Europa

El Foro Nyéléni que fue organizado en Mali en 2007 pretendía comenzar iniciativas simil¬ares en todo el mundo, para identificar y fortalecer las luchas por la soberanía alimentaria. Para las organizaciones europeas esto era una prioridad, dado que estaban conscientes del impacto que tenían en el resto del mundo sus políticas y instituciones, así como tam¬bién los modelos agrícolas, sociales, políticos y económicos que estas instituciones pro¬mueven. Con una población de 738 millones en 51 países, Europa representa el 10% de la población mundial. De los países que integran el continente, 27 constituyen la Unión Europea (UE), y presentan una población de 500 millones de personas. Estos países han puesto en común muchos campos de la competencia que se concentran en cada vez más poderosas instituciones supranacionales. La agricultura es una de las políticas clave para el bloque: representa el 46% del presupuesto, 141 mil millones de euros.

La Política Agrícola Común: de la auto suficiencia alimentaria a la competencia neoliberal

La Política Agrícola Común (PAC) ha cambiado considerablemente desde que fue concebida en 1962. La PAC se creó en ese momento para superar la necesidad de las personas de ga¬rantizar la seguridad alimentaria y la independencia de la UE, y para mejorar los ingresos de los agricultores manteniendo precios razonables para los consumidores. La política se ba¬saba en los siguientes puntos: un precio justo al productor de bienes clave que se considera¬ban anualmente a nivel administrativo, de acuerdo a los costos de producción, los derechos de importación, y una salida garantizada en el mercado interior siguiendo el principio de pref¬erencia comunitaria. La (sobre) producción incrementó rápidamente. Los países de la UE fueron obligados a almacenar y exportar el excedente hacia otros países, subsidiando los precios para compensar la diferencia en éstos. Esto animó el proceso de “dumping” en otros mercados, particularmente los de los países del Sur. Los productores locales fueron obligados a competir con productos importados que estaban subsidiados. Las primeras cuotas sobre la leche que pretendían limitar la producción y compartirla entre los Estados miembro fueron introducidas en 1984; también se limitó a la producción cerealera por un programa de segui¬miento obligatorio. Pero esto no fue suficiente: debido al gran aumento en el presupuesto, así como también a la presión internacional (principalmente de Estados Unidos) para reducir la protección agrícola de la UE, a la que se suma la de los agronegocios para reducir los precios de las materias primas agrícolas y abrir los mercados, la PAC fue radicalmente reformada en la década del noventa, y otra vez más recientemente. Los precios que se pagaban a los agri¬cultores se redujeron en gran medida para satisfacer las tasas globales, y se introdujeron sub¬sidios directos sobre la base del número de hectáreas o de animales por explotación agraria. Esto se completó con una política de desarrollo rural que contó con muchos menos recursos financieros. En 2003, el subsidio se convirtió en un Derecho de Pago Único (DPU). Dejó de estar vinculado a la producción, cumpliendo así con el pedido de la OMC; desde su creación en 1994, la OMC ha tenido una influencia predominante en la PAC, promoviendo reformas orientadas hacia la liberalización. La competitividad se convirtió en la palabra clave den¬tro de la UE. Debemos añadir a esto que desde su creación, la UE había abandonado su independencia en cuanto a las proteínas vegetales necesarias para la alimentación animal y había aceptado la renuncia de los derechos de importación en las tortas de soja (fueran o no transgénicas) de Estados Unidos.
Un modelo agro-industrial dominante

Este proceso ha tenido una marcada influencia en el modelo agrario que fue desarrollado en la UE. El modelo agro-industrial ahora es dominante. El número de agricultores desciende rápidamente, y ciertas granjas se vuelven cada vez más grandes, sin ningún límite máximo para las subvenciones. Entre los años 2000 y 2009, la UE perdió el 25% de sus explotaciones agrarias activas (lo que representa la pérdida de 3.6 millones de trabajos, particularmente en los estados que ingresaron al bloque recientemente, como es el caso de Rumania, Polonia y Bulgaria). Con 11.5 millones de personas trabajando a tiempo completo en 2010, el trabajo agrícola representa menos del 5% de la fuerza total de trabajo del bloque1. La caída en el número de agricultores familiares a pequeña escala se presenta como un dogma, como una comprobación de la eficiencia económica. Así, una de las condiciones para la admisión preliminar de Turquía en la UE incluyó el imponerle una reducción en su población campesina activa entre el 33% (en 2002) a casi el 7%. Esto está en consonancia con las exigencias impuestas por el FMI y el Banco Mundial, que han destruido las políticas de apoyo a los productores y los organismos públicos de negocio de los productos2. La Unión Europea impone normas referentes a la producción y el procesamiento, a la vez que vuelve difícil el vender su producción a los productores familiares de pequeña escala. Esto se justifica bajo el argumento de que se protege a los consumidores, el bienestar animal y la “modernidad”, cuando en realidad estas normas son modos de favorecer a los agronegocios, que realizan un importante lobby en favor de ello en Bruselas. Se utilizan diferentes métodos para prote¬ger los intereses industriales en el sector de las semillas (tales como patentes y certificados de origen vegetal) para impedir la independencia de los agricultores y para obligarlos a usar semillas provenientes de las multinacionales semilleras. Es la gran movilización de ciudada¬nos lo que ha limitado la introducción de semillas genéticamente modificadas a Europa: pero ésta se encuentra constantemente amenazada y no ha detenido las importaciones masivas de semillas genéticamente modificadas con destino a la alimentación animal. Las cadenas de hipermercados -dominadas por los seis grupos europeos como Carrefour, que es el segundo distribuidos más grande del mundo luego de Wallmart, o los grupos alemanes Aldi y Lidl, los defensores de los descuentos cuyos jefes están entre las personas más ricas de sus respec¬tivos países-, están recolectando todo el valor añadido. También continúan bloqueando el acceso de los productores locales al mercado y a industrializar la comida que los europeos consumen. En Rumania, por ejemplo, más del 50% de los alimentos son importados, aunque el país posee un rico territorio agrícola. Y este es el caso de muchos países tanto dentro como fuera de la Unión Europea. Pero necesitamos tener en mente que muchos sistemas coex¬isten, incluyendo muchas explotaciones de subsistencia y semi-subsistencia que contribuyen a alimentar a la gente y a la riqueza cultural de Europa.

Con Europa frente a una crisis social, la Soberanía Alimentaria está impulsando un gran movimiento

Los insuficientes ingresos económicos están causando además que mucha gente deba migrar y vender su fuerza de trabajo como trabajadores zafrales, en explotaciones intensivas de frutas y vegetales. En España, Alemania, Francia, los bajos salarios que se pagan a los trabajadores están siendo justificados por la necesidad de mantener la com-petitividad, en una Europa que orgullosamente clama que el comercio es “libre y justo”, pero que falla a la hora de proponer cualquier tipo de medida de armonización social o fiscal entre sus estados miembro, que en cambio compiten el uno contra el otro. En esta Europa, la pobreza y la precariedad aumentan, dejando a mucha gente joven sin perspectivas, con el desempleo en aumento y la erosión de los servicios públicos. El acceso a la alimentación se ha vuelto difícil para un número creciente de personas. Los bancos están aplicando pre¬sión, y los estados están al borde de la bancarrota. Es el caso de Grecia, Irlanda, Portugal, España, y pronto seguirá Italia. Es la crisis del capitalismo depredador. Es tiempo de cambiar el sistema. Mientras tanto, por todas partes surgen alternativas a este modelo insostenible, que está dominado por los intereses financieros y de la industria. Ciudadanos, jóvenes, hombres y mujeres están construyendo iniciativas para garantizar el acceso a la tierra y para apoyar a los agricultores jóvenes, para que puedan establecerse y producir en un marco de respeto al ambiente, para permitir que las personas tengan acceso a los alimentos saludables, que las personas en situación de pobreza tengan acceso a productos de buena calidad, o para crear intercambios justos en un mundo basado en la solidaridad. Provenientes de más de treinta países, los actores de estos profundos cambios se reunirán en Krems, durante el Foro Nyéleni-Europa. Realizarán intercambios en lo referente a cues¬tiones clave respecto a la alimentación, a cómo fortalecer el movimiento por la soberanía ali¬mentaria en Europa y alcanzar normas que sean más justas, en instituciones que busquen el bienestar del pueblo y del planeta. Para más información: http://nyeleni2011.net/

1 http://epp.eurostat.ec.europa.eu/statistics_explained/index.php/Agricultural_labour_input

2 - Un análisis de las secciones 5 y 7 http://siteresources.worldbank.org/TURKEYEXTN/Resourc¬es/361711-1209153236622/Volume_II_Final.pdf

http://siteresources.worldbank.org/INTRANETTRADE/Re-sources/Pubs/Turkey_BHoekman&STogan_book.pdf

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