Organismos Modificados Genéticamente - OGM

El estudio e investigación sobre Organismos Genéticamente Modificados (OGM), está sometido a una estrategia de monopolio. La ciencia, con raras y aisladas excepciones, infortunadamente, está al servicio de esos intereses monopolistas. Además, aún persiste un lastre estructural de religión e iglesia sectaria que sólo apunta a reivindicar el feudalismo, el monopolio de las tierras y de la naturaleza, un atraso del cual se benefician señores feudales que en la modernidad atan sus negocios al capital financiero (1), especuladores y Multinacionales de gobiernos imperialistas en los cuales funcionan universidades privadas y otras ya no tan públicas, aunque el nombre diga otra cosa.


En ningún caso los transgénicos han llevado a un aumento de la producción y mucho menos de la productividad y la eficiencia. Los cálculos financieros y económicos no incluyen los balances energéticos de los ciclos ecológicos, pues siempre van a resultar en(-) menos (Caso de la soya transgénica roba nutrientes http://bit.ly/orqFZP). El caso del algodón transgénico de Monsanto con tecnología BT en la India (http://bit.ly/9vSAVR) es otro ejemplo importante de mencionar para deslegitimar la denominada eficiencia de los transgénicos hasta ahora comercializados.


La tecnología y el conocimiento hasta ahora vislumbrado por la manipulación genética es incipiente y son contados con una mano los casos exitosos de marcadores genéticos que han influenciado la productividad de una planta, pero no representan en nada un balance costo beneficio positivo y mucho menos han ayudado en la guerra contra el hambre, argumento usado hasta la saciedad por los gobiernos para apoyar el negocio de las transnacionales.


Los transgénicos en si son una herramienta, un avance científico sin precedentes en la historia de la humanidad que genera conocimiento e información de manera acelerada pero hasta ahora imprecisa, puesto que aún solo poseemos información genética, pero no de lo que está más allá de esos genes, es aún una nube oscura por descubrir.

Hasta hace muy poco los científicos y su rígida estructura eclesiástica y sectaria, se dieron cuenta de este error y aceptaron que no solo lo que se hereda son los genes y no todo lo que importa es el ADN, o sea en últimas asumieron el fin del dogma central de la biología molecular (La unidireccionalidad en la expresión de los genes).

La epigenética, el degradoma, el transcriptoma, etc.. son sólo algunos términos que se están usando ahora para tratar de denominar todo aquello que interfiere de manera directa o indirecta en la expresión de los genes y por ende en la real funcionalidad que tienen los genes o genoma. Esto lo menciono, para mostrar que no es la tecnología el problema, sino la política de monopolio, un modelo que manipula la ciencia generando por ejemplo: semillas knockout que imposibilita al agricultor utilizar las semillas del fruto que producen. La gran mayoría de plantas transgénicas se han desarrollado para aguantar el efecto de herbicidas y pesticidas de la misma casa matriz que vende las semillas transgénicas, haciendo de este el mejor negocio posible para la multinacional monopolizando gran parte de la cadena.


El modelo de cultivo de los transgénicos para ser eficiente económicamente tiene que utilizar un sistema de monocultivo, con poco manejo del suelo, esto es diversificación y descanso del suelo. Requiere grandes extensiones de tierra ampliando la frontera agrícola, inversionistas ligados a plantaciones de largo período vegetativo que destruyen el bosque, la selva, desvían o desaparecen fuentes de agua y especies asociadas a estos ecosistemas. El monocultivo transgénico requiere menos jornales de trabajo y más maquinas. Es un desplazamiento forzado, fenómeno que aumentará el conflicto social derivado de la improductividad de estos cultivos para el desarrollo agrícola campesino y la seguridad alimentaria, es decir, estamos hablando de un problema de soberanía.


Y por si todo esto no fuera suficiente, las multinacionales en contubernio con gobiernos sometidos a sus intereses, fomentan el cultivo de transgénicos cerca a ecosistemas donde la biodiversidad genética es muy alta y por ende bastante frágil. La contaminación génica es un efecto secundario que no se ha estudiado con seriedad y posee las características de catástrofe ambiental si en términos de conservación ecológica se habla.


La tecnología de los transgénicos u organismo modificados genéticamente, debe ser empleada para resolver el flagelo de las hambrunas y en beneficio directo de los agricultores y campesinos, no para la corruptela del estado y la vagabundería de los monopolios y multinacionales. Son ya miles de millones de dólares, gran parte de nuestro bolsillo, gastados en la ingeniería genética para beneficio de unos pocos y sus ansias de poder. Pongámosle freno a esto de manera radical sin desconocer el avance de la ciencia pero siempre criticando el modelo sectario y monopolizado del conocimiento.


Alejandro Rodríguez Meisel

Biólogo - Universidad Nacional de Colombia-Bogotá.

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1. Aurelio Suárez Montoya en su libro, “El infarto de Wall Street: 2008”, página 219, comenta a Eric Janszen, acerca del sector que curiosamente denomina FIRE (Fuego. Por Finance, Insurance, Real Estate, que equivale a finanzas, seguros y finca raíz) se tomó el control del Estado, en tanto la manufactura declinaba. Los medios, los bancos y la política les pertenecen. Es una “maquina”, así la describe, de soportar “astronómicos” flujos de capital y generar con ellos billones de dólares adicionales de valor.

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